¿REALMENTE LAS PERSONAS QUIEREN QUE SE LAS AYUDE?
¿REALMENTE LAS PERSONAS QUIEREN QUE SE LAS AYUDE?
A través de más de 20 años de Consultorio Astrológico he comprobado que muchas personas prefieren, salvo casos de emergencia, no ser ayudadas. ¿Es válido ayudar o solo es válido ofrecer nuestra ayuda? Por supuesto hay personas que buscan de todas las maneras posibles que alguien se haga cargo de sus obligaciones por ellos, pero entonces no se trata de una ayuda ni de “personas justas” y es muy conveniente no mezclarse con esa clase de personas, porque nunca estarán conformes con la ayuda que reciban.
Esas personas justas mencionadas, tal vez buscan ser orientadas cuando se encuentran con problemas que no pueden resolver (o que no creen poder resolver), pero no que alguien haga lo que les corresponde hacer a ellos, o tome las decisiones que ellos mismos deben tomar.
Esto, que puede escucharse un tanto disonante, trae cierto grado de frustración a mucha gente que sinceramente desea ayudar al prójimo y encuentra una alegría y una satisfacción interior al hacerlo, pero también hay casos de gente que andan buscando viejitas para ayudarlas a cruzar la calle, con el fin de hacer la buena acción diaria del “boy-scout” y así poder dormir esa noche en paz.
Sin embargo, nadie puede ser ayudado, porque su camino es personal y debe recorrerlo a su ritmo de aprendizaje en lugar de ser llevado en andas, porque de otro modo, no podría aprender sus lecciones de vida en el momento en que así lo ha planificado antes de nacer.
Por eso no sólo no sirve que nos entreguemos sin medida a nuestros hijos, amigos, familia, pareja, a fin de que no les falte nada y no tengan la menor preocupación, sino que además, somos responsables de crearles cierta incapacidad de resolución de sus propios problemas. No deberíamos anularlos con la excusa de ayudarlos. Siempre teniendo cuidado que no confundamos el no interferir, con el abandono, que son dos cosas distintas.
Es muy común que hijos que lo han recibido todo de sus padres sin tener que hacer el menor esfuerzo, les reclamen cuando son adultos que sus problemas actuales están generados porque los padres no les pusieron límites, no les permitieron hacerse cargo de sus propias responsabilidades y cubrieron presurosamente todas sus necesidades, aún antes de que éstas se manifestaran. Y no dejan de tener razón, paradójicamente.
La ayuda siempre está presente, desde el Yo Superior de la persona y desde las Energías que convoca a fin de poder cumplir con su Plan de vida, que es su misión de aprendizaje en esta vida. En otras palabras, nadie puede ser ayudado a menos que solicite la ayuda y esté absolutamente decidido a solucionar su problema. Pero… una ayuda para que él solucione su problema no significa que sea funcional que nosotros solucionemos su problema.
Jesús, cuando ayudaba a sanar a una persona, le decía: “tu fe te ha salvado”, no decía “Yo te he salvado” ni tampoco “te has salvado solo”. La persona debía poner algo de sí.
Una cosa es enseñarle a alguien a cultivar su quinta y otra bien distinta es el darle siempre de comer. He notado que esto confunde a muchas personas, que se preguntan entonces si la caridad es correcta o no.
Es sencillo distinguir. Jesús repartió panes y pescados en el desierto a la multitud que lo seguía porque no tenían forma de lograr su propio sustento en esa instancia, pero no continuó luego alimentándolos por los tiempos futuros.
Jesús intentaba primordialmente darles alimento para el alma, pero porque no tenían forma de conseguirlo en aquellos tiempos en que reinaba la ignorancia y la barbarie. Eso puede llamarse Servicio y Compasión. No intentaba cubrir sus necesidades materiales porque como Maestro, sabía perfectamente que no debía interferir en sus vidas.
Esto no dice que no sea correcto hacer un favor o brindar una ayuda a quien lo necesecita y lo solicita. Pero debemos tener en claro el límite que debe tener ese favor o esa ayuda. Si no lo hacemos, si no ponemos un límite, estamos atrofiando la capacidad de la persona para sustentarse a sí misma y consecuentemente, le estamos haciendo un daño, un grave daño que perjudicará su vida futura. Y que nos traerá un karma futuro.
Entonces, pueden distinguirse varios puntos importantes, a saber:
- no parece ser correcto vivir nuestra vida buscando a quienes necesitan ayuda, por una satisfacción personal o para lavar una culpa. Quien necesita ayuda, por ley natural, debe primero solicitarla. Y por otra parte, debemos centrarnos en cumplir con la solución de nuestra propia vida antes de ir a solucionar la vida del otro.
- deberíamos asegurarnos de no darle pan al panadero, primero porque él bien puede fabricar su propio pan y segundo porque no lo valorará y además se sentirá disminuido y desvalorizado. Se resentirá. Dar a quien puede resolver él solo su problema, es generar un resentido que reclamará en un futuro. Y además, con su buena parte de razón.
- no podemos saber si la necesidad es una prueba que el sujeto debe superar para crecer y poder seguir avanzando, y al interferir, lo estamos anulando y quitándole la oportunidad que le corresponde por derecho propio. Uno debería ser muy cuidadoso con esto.
- hay casos en que la persona no desea ser ayudada, y el presionar para que resuelva su problema, no sólo agravará la situación sino que en el futuro la misma situación, pero magnificada, se le presentará a la persona a fin de que aprenda a solucionarla. ¿Le hemos hecho un favor o le hemos complicado la vida?
- hay personas que podrían mejorar pero que no lo sienten por el momento. Tienen su derecho a mejorar cuando sea su tiempo y siempre y cuando deseen hacerlo, es su elección y no se debería interferir. Uno los ve y piensa “si pudieras hacer esto o aquello, qué bien que estarías”. Pero eso es un error, si la persona no siente que sea su momento de mejorar, hay que respetar que no quiera hacerlo aunque nos duela porque tal vez es una persona cercana que sufre porque no hace nada por mejorar.
Hay un refrán hindú al respecto que dice: “No le enseñes a cantar al chancho; no sólo no va a apender sino que se va a enojar”. Y sin embargo, tantas veces uno centra su atención en la mejora del otro, siendo que uno debería buscar la propia mejora y dejar que el otro decida si quiere o no mejorarse porque nadie puede quitarle ese derecho.
En realidad, cada individuo es eso, individual. Esto significa que si bien pertenece a una sociedad e interacciona con ella para su evolución, su desarrollo es personal. Nadie puede salvar a otro. Recuerdo hace muchos años un caso extremo que me estremeció: un bebé cuyos padres habían fallecido en un accidente, fue adoptado por una pareja que le brindó su amor y su cuidado hasta que fue grande.
Ellos vivían con los ojos puestos sobre el “pobrecito” huérfano, cubriendo todas sus necesidades y las que ellos pensaban que tenía, para compensarlo por su desgracia, a pesar de que éste crecía y se estaba convirtiendo en un hombre capaz de tomar sus propias decisiones.
Un día, este joven, sin previo aviso y sin ningún cargo de conciencia, tomó un arma y asesinó a balazos a sus padres adoptivos. Fue un caso famoso por la difusión que le dio la prensa a esta situación incomprensible.
Sin embargo, este joven evidentemente había planificado hacer su vida sin padres, y al crecer, los padres adoptivos se desvivían por compensarlo sin saber que estaban desatando un drama interior en el muchacho que sentía que no lo dejaban cumplir con su proyecto de vida, a tal grado que en lugar de alejarse e independizarse, decidió cumplir con su destino: crecer sin padres. Y no supo resolver el problema de otra forma que eliminándolos.
Como Consultor intento cuidar esa delicada línea de equilibrio. Asisto a mi consultante de forma de no guiarlo, sino de asesorarlo sobre los peligros y las potencialidades, pero nunca diciéndole lo que debe hacer, porque ésa es SU elección. “Por este camino llegarás aquí, y por este otro llegarás allá, tú decides, es tu problema, es tu tarea”. Algo así como “un guía de turismo”.
Tampoco es mi tarea sugerirle hacer o no hacer, ni llevarlo de la mano. Por el hecho de que acuda a la consulta, tampoco es mi obligación y tampoco es mi derecho. En mi caso, sólo debo orientarlo en el caso que se acerque a pedir información sobre su situación que él solo, muchas veces no puede discernir. Solo “mostrarle el mapa” y que él decida qué camino tomar.
Si su desarrollo interior se lo permitiera, mi tarea no sería necesaria y eso sería lo deseable; que todos pudiéramos guiarnos solos a nosotros mismos. Si esta persona fuera capaz de llegar a conocerse solo, y pudiera hablar con su Yo Superior, con sus Guías Espirituales, no necesitaría de mi ayuda y yo no debería asumir la responsabilidad que implica orientarlo y ayudarlo a definirse.
Sin embargo, los tiempos actuales aceleran la aparición de problemas y no todos son capaces de permanecer lúcidos y serenos en la tormenta, por lo que entonces, una consulta para conocer sus potenciales natales, o su situación actual, se les vuelve imperiosamente necesaria.
Resumo entonces mis experiencias, por si a quien lee pueden resultarle útiles:
- nadie puede ser ayudado a menos que decida ayudarse a sí mismo.
- pretender ayudar sin discernimiento ni discreción no es ayuda, es interferencia.
- muchas veces una ayuda sin equilibrio resulta en un perjuicio.
- no resulta conveniente para nadie ir a ayudar a quien no ha pedido ser ayudado.
- asistir es funcional, interferir es disfuncional; es algo así como tomar en brazos a quien puede levantarse solo.
Puedes coincidir o no con lo anterior, cada uno tiene su albedrío; solo es un aporte, solo he intentado plantear la reflexión para que cada quien, si quiere, encuentre la suya propia y se ayude a sí mismo.
Profesor leo.
coincido en lo de ayudar a las personas