¿QUÉ CLASE DE MENTALIDAD ESGRIMES ANTE LA VIDA?

Cuando falleció su abuelo, los nietos a su alrededor escucharon que como últimas palabras el viejo les dejó un mensaje:

– Busquen el Pájaro Azul; cuando lo encuentren, hallarán la felicidad.

Los nietos no comprendieron del todo las palabras del anciano, y con el paso de los días, una vez superada la tristeza de la partida de su abuelo, decidieron analizar sus últimas palabras para encontrar el valor del mensaje que sin duda, había dejado para ellos. Pero tras mucho intento en discernir, no lograron una conclusión cierta que les significara alguna clase de utilidad.

Sus padres habían muerto hacía tiempo y sólo les había mantenido unidos su abuelo, pero el abuelo ya no estaba, y esto los llenaba de incertidumbre. Uno de ellos, el mayor, llamado José, ya desesperanzado en que el abuelo guardara alguna clase de herencia material escondida, les dijo a sus dos hermanos:

– Esta casa es muy pequeña para que los tres podamos vivir juntos al hacernos mayores. Yo quiero tener una familia y no me será posible si no construyo mi propio hogar, para lo cual utilizaré aquellas tierras cercanas, las cultivaré, y les dejo a ustedes que son menores, esta vieja casa hasta que cuando crezcan decidan cual será su futuro y lo que harán por ustedes mismos.

Y así lo hizo, dejando a sus hermanos y olvidando las palabras incomprensibles del anciano, concentrándose en sus propias posibilidades.

Matías y Luis, sus hermanos menores, quedaron librados a su nueva realidad y a los pocos días, también habían dejado de lado las palabras del abuelo y se encontraban sumidos en el desconcierto, al no saber qué sería de ellos, y menos aún, habiendo fracasado en encontrar una solución al acertijo.

Ambos fueron haciéndose mayores hasta que una mañana, Matías despertó a Luis para contarle que había soñado con el Pájaro Azul, que lo había visto claramente cantando en sus sueños y que se había sentido enormemente emocionado y feliz por contemplarlo.

Esto reavivó en ambos el entusiasmo por las últimas palabras de su abuelo, y corrieron a contarle a la casa de José. José los escuchó en silencio, con cierto descreimiento, y luego, como hermano mayor les aconsejó que dejaran de lado los sueños y que él creía que ya era hora de que se pusieran en marcha hacia enfrentar la realidad.

– Ya se están haciendo mayores –les dijo– dejen de soñar, será mejor que busquen su propio futuro, porque el mundo no les regalará nada.

Sin embargo, carentes de expectativas visibles los dos hermanos menores resolvieron dejar el hogar y salir a recorrer el mundo a buscar al Pájaro Azul de la felicidad, con mucho entusiasmo y esperanzas. Viajaron como pudieron, ya que no contaban con medios económicos, trabajaban cuando conseguían algo que hacer y con eso se mantenían, y continuaban viajando mientras estaban muy atentos a observar a todos los pájaros de las regiones que iban recorriendo.

Así continuaron durante tres años, que se les hicieron muy largos debido a las necesidades, desamparos y peligros a los que estuvieron expuestos durante su búsqueda, que hasta ese momento, resultaba infructuosa; el Pájaro Azul que les había mencionado su abuelo no parecía habitar en ninguna parte.

Su hermano José había tenido razón al decirles que el mundo no les regalaría nada, pero sin embargo, el viajar y conocer distintos lugares, personas y costumbres, y las inusitadas experiencias por las que habían tenido que pasar, les habían brindado cierta madurez especial.

Un día, ya acosados por la situación y al límite de sus fuerzas, Matías le confesó a su hermano menor, Luis, que consideraba que era mejor abandonar esa búsqueda sin sentido y regresar al viejo hogar que habían dejado atrás, y así, probar de comenzar desde cero.

Luis, a su tiempo, ya había estado pensando en la situación y decidió compartir sus ideas con Matías, resultado de lo cual, se pusieron de acuerdo y ambos abandonaron su larga búsqueda recorriendo el mundo tras aquel mítico Pájaro Azul y la felicidad que prometía.

Y así fue que ambos desandaron el camino hacia su viejo hogar, cansados y desanimados por las necesidades por las que habían pasado y acobardados por su fracaso. Les llevó algo más de un año, encontrar el regreso hasta que un día, tras una loma, alcanzaron a divisar la vieja casa y en las proximidades, la casa de José.

El reencuentro entre los hermanos fue muy grato y emocionante; aunque José no había progresado lo que esperaba, igualmente la alegría fue muy grande por la vuelta al hogar de los viajeros, que durante días estuvieron contando a José lo que habían vivido y conocido, pero reconociendo que no habían hallado ni rastros del pájaro que el abuelo les había comentado y que si hubieran escuchado los consejos de José, se hubieran ahorrado tantas penurias y peligros, además de cuatro años malgastados de su vida.

Entraron a la vieja casa del abuelo y encontraron todo abandonado, sucio y envejecido, pero esto no los desanimó, sino que por el contrario de inmediato se pusieron a trabajar, junto con José, a limpiar y a reconstruir lo que esos años de abandono habían dejado fuera de uso. Cada tanto hacían la comparación de esta nueva vida con la vida anterior de vagabundos, y eso les hacía apreciar el calor de su viejo hogar.

Pasaron algunas semanas hasta que lograron poner en condiciones la vivienda; cuando lo lograron, decidieron salir a explorar los alrededores, emocionándose al ir reconociendo los lugares donde habían jugado cuando eran niños y mientras el abuelo vivía con ellos.

De pronto, Matías se detuvo, como extasiado, en silencio, mirando hacia las ramas de los árboles, lo que llamó la atención a su hermano Luis, quien se acercó sin saber lo que ocurría, y allí, siguiendo la mirada de Matías alcanzó a distinguir un hermoso pájaro, de plumaje azul brillante, sobre una rama alta. Matías, saliendo de su asombro le dijo:

– ¡Mira, hermano! ¡Tal como lo soñé, allí está, es el Pájaro Azul, el que nos contó nuestro abuelo!

El pájaro, tras unos breves intervalos de canto, voló hacia una horqueta del árbol, donde se refugió entre las hojas. Los hermanos, recordando que el Pájaro Azul les traería la felicidad, corrieron a lo de José a buscar una escalera, treparon al árbol y allí, encontraron un nido, el nido del Pájaro Azul.

El pájaro había estado allí todo el tiempo, mientras los hermanos se habían alejado en su búsqueda por el mundo. Ellos no lo habían visto, y por eso salieron a buscarlo en otros lugares.

A un costado, descubrieron una ancha rama que tenía un hueco y cuando miraron en el hueco, lo encontraron lleno de monedas de oro, que habían sido guardadas allí como ahorro por su abuelo. Juntaron las monedas y corrieron a repartirlas con José, con mucha alegría porque eso les permitiría comprar semillas y hacer de las tierras una hermosa granja.

Reunidos en la noche, tras la cena, los tres hermanos se felicitaron de estar juntos nuevamente, pero reflexionando sobre la situación, llegaron a la conclusión que la felicidad no había sido realmente encontrar al Pájaro Azul, ni tampoco encontrar las monedas; la felicidad estaba en el reencuentro tras años de separación.

Probablemente, sin que esto ocurriera, si el viejo les hubiera entregado sus ahorros los habrían gastado sin saber valorarlos y aprovecharlos, y hubieran quedado en la nada, probablemente separados ante la situación, en cambio así, la felicidad había sido reencontrada en la reunión entre hermanos en su lugar natal, y en la valoración de estar juntos, en la energía de su tierra familiar y en progresar mediante su trabajo.

Este cuento puede que nos deje varias enseñanzas. Una de ellas es que muchas veces miramos hacia afuera en la búsqueda de la felicidad, siendo que la felicidad la encontraremos cuando comencemos a mirar hacia adentro de nosotros mismos; ésa es la razón de que muchas personas, a pesar de poseerlo casi todo, no se sientan felices. La felicidad sin duda será hallada en el reencuentro con el propio ser, en nuestro interior.

También, por otro lado, si analizamos las actitudes de los hermanos encontraremos tres clases de mentalidades: primero, la mentalidad pesimista de José que se retraía en sí mismo y no esperaba nada bueno, mientras buscaba negar las expectativas de sus hermanos y desestimar el consejo del abuelo. Segundo, la mentalidad optimista de Matías y Luis, quienes al final debieron regresar a la realidad, y también, una tercera opción.

Esta tercera opción no es pesimista ni optimista, se trata de una mentalidad abierta, la cual esgrimieron los hermanos al reconocer fríamente la realidad y fluir hacia lo que a continuación, les trajera la vida.

Cuando decidieron recorrer los alrededores, encontraron lo que salieron a buscar por el mundo, y que había estado siempre en su propio hogar; Matías divisó lo que esperaron encontrar durante tanto tiempo y el vuelo del pájaro los llevó hacia el hueco en la rama, imposible de ver desde tierra.

Muchos se niegan lo mejor que la vida les puede traer porque no confían en su Plan de Vida y en forma pesimista creen que todo es peor de lo que aparenta ser; otros malgastan su vida porque su mentalidad optimista les lleva a creer que siempre van a ser afortunados.

El equilibrio tal vez esté en la mentalidad abierta, aquella forma de pensar que lleva a cada uno a fluir con la vida, sabiendo ver e interpretar las señales que le indican sutilmente por donde caminar, cuándo parar, cuándo avanzar, cuándo mirar hacia la tierra y cuándo hacerlo hacia el cielo.

Puede que no convenga negarse ni tampoco arrojarse a buscar afuera la felicidad; sin embargo, cada persona necesita su aprendizaje y tiene incorporado su Programa y su mejor forma de dejar que lo apropiado llegue a su vida, y así encontrar su propio Pájaro Azul.

El Sendero Del Ser. Bendiciones. Leo

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