Sé también que estás ahora en verdad feliz.

Y además sé que estás precisamente en este momento, comprendiendo en plenitud los misterios de la vida, ésos que tanto te atraparon y te fascinaron como sólo pueden atrapar a los seres especiales.

Sé que estás en plena paz, en aceptación y en armonía como cuando me dijiste que ibas a dedicarte a disfrutar de los vaivenes de la vida sin preocupaciones, a sólo sonreír y a fluir a pleno.

En silencio y en paz te elevaste, con tu característica alegría hacia los brazos amorosos de nuestros Hermanos que te dieron su bienvenida; muy adentro de mí siento que así fue y sé que comprendes muy bien que por momentos te envidio por eso.

Llegaste sin duda esta vez a palpitar en directo en el mismo Origen de la llama del Chi que tantas veces hiciste converger hacia muchos seres que hoy extrañan el calor de la vibración en tus manos, cuando los alimentabas como canal de esa Energía.

Me duele, es verdad, pero sin embargo me alegra que tu simpatía libriana se derrame por allí también; no era justo que sólo te disfrutáramos nosotros, los mortales.

Pasaste en el sueño, desde el Sueño a la Realidad, suave y dulcemente, imagino que sin transiciones, llenando de colores tu entorno así como llenabas tus mensajes plenos de letras ilusionadas, textos inspiradores y corazoncitos por doquier.

Voy a buscar por última vez el sentido en cada una de ésas, tus palabras llenas de alegría y de entusiasmo por vivir; verás que es ahora cuando estás sintiendo la verdadera armonía que siempre buscabas, y yo, desde aquí, por mi parte dejaré partir libremente tu esencia hacia donde pertenece.

Como amigos etéreos en esas pícaras alegrías compartidas, tengo la convicción de que no me olvidarás y no te olvidaré.

Te ganaste sin pedirlo mi respeto y mi afecto, cuando apareciste de la nada y sin embargo no me sorprendiste. Y también te doy las gracias por vibrar en sintonía con mis escritos, reconociendo al ser que sólo en ellos se mostraba.

Por un momento solamente, me despido, aún cuando sé que no existen las distancias ni los tiempos.

Tampoco puedo humanamente desear que seas feliz porque nuestro concepto de felicidad no es siquiera una pálida imagen de la gloria que en nuestro hoy, vos estás disfrutando ahora.

Al igual que Ellos, yo también dedico un caluroso aplauso a tus hermosos Colores, aunque sé que estás allí y sin embargo aquí, porque ahora te has hecho dueña de la inmortalidad, y del Amor que ha sido tu guía.

Sabes que soy curioso; y que por eso también entiendes cómo quisiera que pudieras participarme de lo que sientes hoy, como antes lo hacías.

Me siento muy feliz por vos y te abrazo muy fuerte de alma a alma; tal vez en otra ocasión podamos planificar un nuevo encuentro y reírnos relatándonos nuestras particulares experiencias como tantas otras veces.

Adiós, Adriana; adiós, alma especial. Hasta luego, querida amiga.

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El Sendero Del Ser. Bendiciones. Leo

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