¿PROBLEMA ES IGUAL A BENEFICIO?

Los mitos Greco-Romanos nos permiten acceder a una sabiduría muy antigua y popular, que cuando es plenamente aprovechada y concientizada por nosotros puede dejarnos beneficios que muchas veces no somos capaces de vislumbrar de antemano.

El escritor español José M. Iribarren hacía referencia a un dicho muy antiguo que rezaba: “A la ocasión la pintan calva”, enunciado a raíz de que en épocas muy antiguas se rendía culto a una diosa romana llamada Ocasión, a quien la versión original representaba como una hermosa mujer desnuda que en la frente poseía una abundante cabellera, pero que era completamente calva en su nuca.

También esta diosa poseía alas y estaba apoyada en punta de pies sobre una rueda. La imagen descripta tenía una específica razón para ser de esa forma y por ello traía consigo una importante enseñanza para quien supiera comprenderla.

En nuestro idioma, una “ocasión” es una oportunidad, es decir, una circunstancia apropiada que puede aprovecharse para producir el efecto que buscamos aunque su aparición suele ser inesperada.

Para comprenderlo mejor, analicemos las características de la diosa mencionada: el hecho de estar representada por una mujer está implicando que las oportunidades tienden a ser muy sutiles y no están disponibles tan abiertamente sino que hay que saber cómo llegar a ellas. Por otro lado su hermosura da a entender que es valorada, apreciada y deseada, tal como lo es una oportunidad que uno esté esperando.

Sin embargo, nos indica que no es fácil de distinguir, que se descubre solamente cuando los ojos de quien observa están atentos. Asimismo, al poseer alas señala que fácilmente puede escaparse volando y la rueda simboliza que puede girar y de pronto darnos la espalda si no estamos prestando la debida atención.

Su cabellera desde el frente nos dice que la oportunidad deberá ser tomada por los cabellos no bien se nos presenta, dado que al girar sobre la rueda, rápidamente nos mostrará su nuca a la que no podremos aferrarnos porque está desprovista de pelo, es decir, en ese caso la oportunidad ha decidido pasar de largo ante nuestra indecisión.

En resumen, la ocasión, o la oportunidad, debería ser aprehendida de frente y de inmediato porque si esperamos tal vez ya no podamos asirla de ninguna manera.

Pero si reflexionamos un poco más profundamente en la definición, notaremos que la oportunidad se trata de una condición ideal que se presenta para ayudarnos a conseguir el efecto que esperamos, es decir, a brindarnos cierto beneficio. En otras palabras, tras la oportunidad suele encontrarse el beneficio, que es justamente conseguir lo que hemos estado esperando.

Pero… ¿Qué suele haber por delante de una oportunidad y que hace que no siempre seamos capaces de reconocerla? Aunque suene discordante, la oportunidad suele esconderse agazapada detrás de un problema, de una crisis, de una dificultad; si en ese momento no somos capaces de distinguirla y nos dejamos encandilar por el problema, entonces no descubriremos la oportunidad, que está escondida detrás del mismo.

Por lo tanto, se puede ir vislumbrando que tras la crisis que nos representa un problema cualquiera, cuando hemos aprendido a no dejarnos apabullar por él, podremos descubrir una oportunidad que nos conducirá a un beneficio. Es decir: Problema – Crisis – Oportunidad – Beneficio, en ese orden.

Remarco este concepto ya que es muy importante, porque pensando de esta manera podremos hacer a un lado al miedo, que es un sentir paralizante que obnubila y no deja ver la realidad, y que nos entrega atados de pies y manos a nuestros fantasmas internos que obviamente conspirarán en nuestra contra.

Llevado sanamente a un extremo, podríamos entrenarnos hasta aprender a ser capaces de dar la bienvenida a los problemas, del tipo y gravedad que fueran ya que a raíz de ellos podremos encontrar una oportunidad, y tras la oportunidad, hallaremos el beneficio.

Después de todo, la calidad del problema es una magnitud subjetiva, o sea, su gravedad depende de nuestra apreciación personal. Simplificando, encontramos que con la mentalidad apropiada podemos afirmar que “Problema es igual a Beneficio”.

Posiblemente quien lee pensará “por mí, puedes quedarte con los problemas; yo no los necesito”, a lo que le responderé sonriendo con mi dicho favorito: “deja para mí las piedras que te arrojen porque yo ya he aprendido a hacer dulce con ellas”.

¿Qué clase de beneficio puede traernos un problema? Puede que ninguno; o quizás unos cuantos, eso depende de nuestra elasticidad mental respecto de poder encontrar dichos beneficios. A veces, el problema nos está señalando que llevamos un rumbo equivocado, o que debemos estar más atentos, o que deberíamos ser más previsores o no tan confiados, o que sería mejor explorar por otro camino.

Muchas veces la repetición de ese tipo de problemas nos quiere decir algo que nuestros oídos no han sido capaces de escuchar hasta ese momento, o muchas veces nos indica que tal situación debe ser enfrentada de una manera distinta. Dicho de otro modo, deberíamos replantearnos si es que ha llegado el momento adecuado para hacer un cambio, o de salir de nuestra amada Zona de Confort y ensayar nuevos horizontes.

Dependiendo de la inspiración de cada uno, podremos reconocer nuevas oportunidades que nos llevarán a beneficios que no podrían llegar a nosotros si solamente le hacemos frente de la misma manera, una y otra vez estoicamente al problema que se empeña en contrariarnos. O mejor dicho, que se empeña en enseñarnos, pero no nos damos cuenta.

Como siempre comento, cualquier buen resultado será fruto consecuente de mantener la actitud apropiada. Tengo muchos años de consultorio astrológico escuchando detenidamente a las personas que acuden a plantearme sus problemas con la idea de que les ayude, a lo que respondo orientándoles hacia las formas de buscar las salidas y los caminos, a fin de que puedan encontrar sus soluciones.

Y con el tiempo y debido a ello me he dado cuenta que la buena o la mala suerte a pesar de ser popularmente aceptada como tal, es solamente la consecuencia de una correcta o una equivocada actitud.

Desde este punto de vista, la actitud correcta nos llenará de bendiciones, a las que los demás denominarán como “buena suerte” mientras que la actitud inapropiada hará que pensemos que no somos una persona de suerte.

La Astrología, conocimiento ancestral que no proviene de este plano, nos enseña que cualquier potencial sea de la naturaleza que sea, es como un cuchillo de doble filo tal como el que esgrime la Ocasión, y que depende de nuestra habilidad y conciencia, puede ser utilizado provechosamente o por el contrario, dejarlo que nos perjudique.

La actitud, que es la postura en que nos dispongamos para asir de la manera adecuada a ese cuchillo de doble filo, es la que determinará si obtendremos un éxito o un fracaso, un beneficio o una pérdida, una alegría o un pesar.

Para dar un ejemplo que respalde esta opinión, explicaré que cuando observo una Carta Natal que muestra al planeta Saturno (restricción) situado en la Casa II, la de las finanzas de la persona, puede estarse tratando de alguien con grandes dificultades (efecto negativo de Saturno, la pobreza) en su economía personal (la Casa II de su Natal).

Sin embargo, paradójicamente, en las Natales de varios millonarios se puede observar la misma posición del planeta Saturno. ¿No resulta esto ser una incoherencia? ¿Hay fallas en los postulados de la Astrología?

En realidad sólo es aparente, puesto que nos dice que si bien las condiciones natales de sus potenciales son las mismas, la diferencia se encuentra en la actitud que esgrima cada uno para utilizar dicha energía saturnina.

Saturno, el dios de las cosechas, también significa pobreza y miedo a la carencia; y en el caso de los millonarios, ese miedo a la carencia les ha hecho conducirse de tal modo que han luchado y acumulado riqueza para justamente combatir esa sensación de pobreza aprendiendo a aprovechar y animándose a tomar de los cabellos a cuanta oportunidad se les presentara.

De modo contrario, la otra persona con la actitud opuesta se ha dejado llevar por su miedo y su sentir de ser pobre asumiendo resignadamente que así siempre deberá ser.

Las circunstancias son las mismas, pero la actitud hacia enfrentarlas es completamente opuesta; el rico sabe perfectamente que si no actúa de la forma correcta y lo hace ya, puede llegar a convertirse en pobre, mientras que el pobre simplemente acepta ser pobre como algo que es natural y queda en espera de que suceda algún milagro que lo rescate, siendo que ni siquiera imagina que cambiando su conciencia, su forma de pensar y su actitud, podría llegar a hacerse rico.

Resumamos entonces que la reina de la situación parece ser la Oportunidad, la diosa Ocasión, pero siempre dependerá de nuestra actitud, capacidad y compromiso el saberla reconocer y tomarla de los cabellos en el momento apropiado.

Un conocido mío que es policía y hace vigilancia en un comercio vecino me expresaba hace algún tiempo que muchos delitos de hurto y arrebato son producidos no solamente debido al delincuente sino a la falta de atención de la víctima.

Como reza el dicho “La ocasión hace al ladrón”, es comprensible que el que roba es aquel que está atento a la oportunidad de hacerse de lo ajeno mientras que su dueño legítimo está distraído y concentrado en cualquier otra cosa menos en estar atento a esa circunstancia, por lo que le resulta muy difícil identificar la oportunidad que cede y por lo tanto, favorece en su descuido al ladrón, que sabrá aprovecharse de la ocasión cedida.

Acabo de ver recién en el noticiero de TV a un par de motochorros asaltando a un motociclista que hace delivery; éste se bajó a tocar timbre en la puerta de quien había realizado el pedido y uno de los asaltantes lo encañonó sorpresivamente con un arma, a lo que el joven dejó la moto y se alejó corriendo. Luego, el asaltante intentó encender la moto, la que no pudo llevarse y resignado decidió dejarla tirada y huir en la moto de su cómplice.

Posiblemente, en mi caso, por falta de experiencia en el reparto tal vez yo hubiera dejado la moto encendida ya que la puerta estaba justo frente a la moto, y en tal situación, me la hubieran arrebatado fácilmente ante la impotencia de reaccionar; pero el joven no solamente la apagó sino que le retiró la llave, y eso lo salvó de ser víctima del asalto. Es un inmejorable ejemplo en el que el repartidor de pizzas estuvo atento a no ceder la oportunidad.

Otras veces pienso con una sonrisa que si en lugar de especializarme en la Parapsicología me hubiera dedicado a carterista, descuidista o como decimos en Argentina, punguista, todos los días me haría fácilmente de un teléfono celular dado que es costumbre de los/las adolescentes llevarlo descuidadamente sobresaliendo del bolsillo trasero de su pantalón de jean, y seguramente mis finanzas rendirían mucho más si cediera a aprovechar la oportunidad que se me regala.

Pero nací para ser astrólogo en lugar de delincuente, para ayudar a los demás y además, porque no solamente eso no va con mis principios sino que dudo que tuviera la habilidad de hacerlo si es que quisiera hacerlo.

Reafirmo entonces, que depende de cada uno de nosotros que los problemas en la vida sirvan para presentarnos escondidas oportunidades, las que si enfrentamos con la actitud adecuada al caso, podremos asir de inmediato y obtener su beneficio si es que estamos entrenados para encontrarlo.

Esto se podría llamar “una actitud positiva”, es decir, estar atento a traer de los cabellos a la oportunidad; por eso es que muy sabiamente se suele expresar que “a la Oportunidad la pintan calva”.

Finalmente, es obvio que adquirir y exhibir esta actitud favorable en cualquier ocasión no será sencillo, pero después de todo nunca dije que fuera fácil, sólo mencioné que es posible y que se puede desarrollar con la práctica, y en tal caso, será muy redituable. Es evidente que para ello hay que optimizar la forma de pensar y de ver las cosas. Es por eso que me animo a plantear la aparente incoherencia que “Problema es igual a Beneficio”.

El Sendero Del Ser. Bendiciones. Leo

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