EL DÍA EN QUE CONOCÍ A JESÚS EN PERSONA
La Conciencia Psíquica del ser humano es algo tan misterioso y abarcativo que no puede ser definido con claridad. Es algo así como una conexión inalámbrica directa con el Universo, y además es como tener “la llave de la puerta que conduce a los Archivos del Akasha”.
Pero se siente como si fuera otro “yo” que está dentro de cada uno de nosotros pero también percibe lo de afuera, que sabe lo que pensamos, lo que sentimos, pero que a la vez es conciente de todo a nuestro alrededor, y además puede trascender el tiempo y el espacio.
Puede ir hacia atrás hasta donde queramos y también he comprobado que puede explorar distintas líneas de futuro, aunque no con tanta facilidad. En mi juventud hacía ejercicios para visualizar los números que iban a salir en la quiniela y normalmente acertaba, aunque a veces con las cifras intercambiadas; en cambio, hacia el pasado los aciertos eran sorprendentemente exactos.
Nuestro campo de conciencia en estado de vigilia, es decir, despiertos, normalmente se extiende a algunos metros alrededor, dentro de la distancia a la cual podemos captar datos que luego filtraremos y al procesarlos los memorizaremos como información en base a lo que percibieron nuestros sentidos.
Pero sin embargo hay algo mágico en esa conciencia volátil porque podemos aprender a proyectarla, como si le diéramos instrucciones a ese “otro yo” a que se traslade en la distancia y en el tiempo y nos permita ver, sentir, cualificar y cuantificar los hechos, como se hace al dirigir un dron con una cámara de video. En algunos casos a esto se le llama Visión Remota; aunque no es solamente visión, es ESTAR ALLÍ percibiendo todo.
Los servicios secretos de varios países del primer mundo desde hace más de 50 años que entrenan personal para esta tarea, conocida y empleada por los místicos desde hace miles de años.
De eso también se tratan las Regresiones, las que uno puede aprender a practicarlas en trance, a veces guiado por un facilitador que nos acompaña para darnos seguridad en el viaje que nos ayuda a viajar hacia determinados tiempos y espacios que se relacionan con nuestro interés. Sin embargo, con el tiempo y la práctica uno puede aprender a hacerlo voluntariamente, a guiarse solo y a explorar tiempos, lugares y situaciones que de otra manera serían imposibles de conocer.
Lo notable de este ejercicio es que las imágenes que se logran visualizar en tales circunstancias son infinitamente más brillantes, reales, ricas en detalles y colores que las que podemos observar a simple vista; lo que observamos concientemente en el ahora no posee la nitidez y la verdad de aquellas que percibimos en regresión, tal vez porque nuestra realidad actual no es sino otra cosa que una imagen holográfica y matricial, y por lo tanto, NO ES UNA VERDAD ABSOLUTA, sino condicionada por el conciente.
Podemos olvidar lo que vimos hace dos días atrás, pero de ninguna manera podríamos desprendernos de las imágenes percibidas en estado de trance aún con el paso de los años, justamente porque al no estar plenamente concientes estamos vibrando en una frecuencia menos agitada y más plástica, más receptiva, más inclusiva con nuestro entorno. Esas imágenes son inolvidables en el tiempo.
En la vida diaria, somos “nosotros como individuos Y el entorno”, pero en regresión, “somos nosotros COMO PARTE DEL ENTORNO en un mismo cuadro”; todos los detalles, formas y colores se integran a nuestra esencia porque están grabados en nuestros Registros Akáshicos. Es la diferencia con la apariencia/trama de la realidad.
La verdad es sólida e íntegra como un diamante, mientras que las realidades son solamente sus distintos reflejos, que dependerán desde donde se los mire.
Así, por ejemplo, décadas atrás en la NASA ciertos investigadores han logrado explorar los planetas que rodean a la tierra, desde la tierra, mediante un individuo sensor, una persona que ha desarrollado sus capacidades sensoriales en ese aspecto a fin de proyectarse en tiempo y espacio.
A este investigador lo han dirigido a ciertas coordenadas de espacio y de tiempo, a fin de explorar tanto las superficies como los interiores de los planetas, y hasta llegar a percibir imágenes de seres de civilizaciones de miles de años atrás en el tiempo, habitando en esos planetas. En algunas bases subterráneas secretas recientemente recuperadas por las fuerzas de Los Patriotas en EEUU, se estaban utilizando estos conocimientos para el servicio de la Cabal Globalista a fin de afectar el inconsciente de ciertos individuos para dirigir la mentalidad de la Humanidad.
Una gran ventaja que tiene la Proyección de Conciencia, la que al ser llamada simplemente Visión Remota se la está limitando, es que puede llevarnos concientemente a cualquier lado y a cualquier tiempo, a voluntad, adquiriendo la capacidad de sentir e interpretar hasta los estados emocionales de aquellos seres que encontraremos en ese viaje energético.
Éste no es un proceso novedoso; lo utilizaban en el antiguo Egipto de los Faraones y aún antes aquellos místicos que se formaron en los antiguos conocimientos que llegaron desde las estrellas, cuando los “dioses” visitaban a los hombres para ayudarles a evolucionar.
Estos conocimientos quedaron guardados en el tiempo por algunas logias o sectas secretas que perduran hasta nuestros días y muy lentamente se fueron difundiendo a pesar de que sus adeptos han hecho los juramentos de no revelarlos, pero muchas veces fueron rotos en la convicción de que pertenecían a la Humanidad en su todo.
En otras ocasiones han sido inspirados por Entes Energéticos que han buscado iluminar nuestra mediocridad humana a través de sensitivos, mediums y canalizadores que pudieron recibir tales enseñanzas.
Uno puede llegar no solamente a ver físicamente sino a sentir lo que piensan y sienten las personas que están en ese espacio-tiempo programado; si ellas no están preparadas en este aspecto, nunca lograrán percibir nuestra “presencia proyectada”. Pero si son personas entrenadas o bien, naturalmente psíquicas, posiblemente distinguirán al intruso.
En ocasiones si uno les hace una pregunta, sentirá la respuesta de inmediato con la certeza de que refleja la verdad del individuo que tal vez nunca se atrevería a revelarla ya sea por resultar íntima o también porque esa misma verdad proviene de su inconsciente y a veces ni ese mismo individuo la conoce en forma conciente.
Esto suele ser denominado por los Guías como “Comunicación de Ser Superior a Ser Superior” en las personas, es decir que se realiza a otros niveles energéticos de la profundidad del ser y sólo tiene los límites que la ética del interrogador les fije. No existe nada desconocido en el Universo, sólo puede que sea desconocido para nuestro limitado conciente, pero no para la Conciencia Cósmica del TODO, a la que podemos acceder estando entrenados para hacerlo.
Yo mismo he hecho regresiones, por ejemplo, para ver qué sentí en el momento de nacer, puesto que las características de mi Carta Natal me indicaban que hubo riesgo de muerte o bien, de no tomar la vida a pesar de haber recién nacido, y yo concientemente quise averiguar el porqué, así como qué estaba pasando en ese momento crucial de mi vida, más allá de lo que me comentara la que resultó ser mi madre en esta encarnación.
Del mismo modo me he proyectado a experimentar lo que sentía en la panza antes de nacer, luego en el momento en que me deslizaba por el canal hacia afuera y aunque en ese momento mi cuerpo no respiraba (según la Medicina yo no nacía a la vida), en realidad yo estaba ocupado en sondear lo que sentía mi madre y mi padre debido a ese hecho de mi nacimiento.
Para la Medicina tal vez yo sólo era un feto sin vida pero sí disponía de conciencia, o sea que nunca dejé de estar vivo aunque las personas piensan que existe la muerte; es inconcebible la ignorancia ciega en la que navega nuestra soberbia y “sapientísima Ciencia”.
De esta forma logré descubrir la historia secreta familiar y tuve la certeza de que no fui un hijo del amor, sino de la necesidad de mi madre para ser rescatada de una situación difícil, y así comprendí todo hasta que me cerró con lo que sabía de las Natales de mis padres y de los datos obtenidos de otras regresiones, y eso me ayudó a comprender la situación en forma global y a no condenarlos, lo que hubiese representado para mí una carga demasiado pesada para llevar.
Nunca tuve miedo a la muerte en la medida en que sí tuve miedo a vivir, hasta que pude comprender lo que es vivir y qué es a lo que llaman estar muerto; entonces se comprende que no hay manera de morir, nunca, jamás se pierde la conciencia de los hechos, instante tras instante, vivo o “muerto”.
Eso es conocer la gloria de saberse inmortal, eterno, infinito. Mientras yo asomaba al mundo exterior en mi nacimiento, mi cuerpo aún no estaba conciente de la vida física pero sí mi conciencia psíquica estaba percibiendo claramente qué estaba sintiendo cada uno de mis padres en ese momento, lo que me sirvió para comprenderlos en su íntima verdad.
Esa regresión voluntaria la planifiqué porque me era necesario comprender los más ínfimos detalles del para qué yo había nacido de esos padres, y aún, en otras regresiones, me proyecté para ver quienes habían sido y qué relación tuvieron conmigo en mis encarnaciones anteriores. Sólo así comprendí las expresiones de amor-odio que en esta vida intercambiamos con ellos, y pude explicarme una por una sus reacciones, sus acciones y sus palabras aparentemente inexplicables a través de mi desarrollo desde la niñez.
Sólo puedo decir que he logrado la convicción de que nada de lo que nos ocurre en la vida es gratuito, siempre está íntimamente relacionado con hechos, amores y desacuerdos mantenidos en vidas anteriores, por ignorancia y desconocimiento de lo que vivir significa.
Por eso mis Guías me han dicho que la mayoría de los seres humanos no sabemos vivir; yo supongo que venimos aquí para aprenderlo y regresamos una y otra vez hasta que lo logramos, ya que la mentira de este mundo nos lo disfraza para que no logremos entrever la verdad.
La Luz trae respuestas, la Oscuridad las oculta.
En realidad nunca sabremos sin este tipo de investigación quién en realidad es la víctima y quién el victimario, ni tampoco llegaremos a comprender que fue un acuerdo pactado porque en esta vida solamente estamos en el medio de la lectura de la novela, pero sin conocer del todo el principio y sin imaginar el final.
Así, fascinado por estas proyecciones con los años logré entrenarme con instructores de distintas filosofías para proyectarme concientemente a voluntad hacia el tiempo/espacio que yo considerara necesario, primero a hacerlo en trance y más tarde hasta sorprenderme con que podía hacerlo en vigilia, a voluntad y de inmediato. Estoy convencido de que no podemos flotar en el aire solamente porque estamos convencidos de que no podemos hacerlo.
Esta técnica es insuperable y sanadora en cuanto a lograr la comprensión íntima de la vida y a la superación inmediata de traumas y problemas de salud que no parecen tener cura según la tan limitada ciencia de la Medicina. Sin tratamientos, sin medicación, sin sufrimientos; el tan sólo comprender y conseguir ver la verdad nos lleva a superar lo que sea necesario superar, y a sanar de inmediato situaciones que se han prolongado vida tras vida.
Cuando se logra manejar la técnica uno no puede entender cómo es que no se la manejaba naturalmente antes debido a que no hay proceso más simple y sanador como recordar de la manera apropiada.
Es decir, recordando lo que representó en verdad la situación y no evocando el recuerdo que uno se hizo de la percepción personal de esa misma situación en ese momento, ya que no son equivalentes. Alguien, por ejemplo, pudo sentirse ofendido cuando en realidad nadie lo ofendió; todo se trata de una percepción individual.
Cuando uno recuerda una circunstancia siempre la mente pone un filtro que se acomoda según el estado emocional de la persona; por lo tanto, un recuerdo es siempre una imagen photoshopeada de la realidad que ha sido diseñada según la necesidad de la mente, que suele distar mucho de la verdad. Pero no es así con las imágenes de las regresiones ni de los resultados de bucear dentro de nuestros propios Registros Akáshicos; ellas son claras, verdaderas y sin filtro.
Por eso cierto día, sin saber si había tenido la fortuna de pasar por esa experiencia, enfrenté el desafío de averiguar si había conocido personalmente al único Ser en quien tengo la certeza que puedo confiar ciegamente y cuyo amor no tengo dudas de que es incondicional: el Maestro Jesús.
Una tarde me proyecté a su época porque quería saber si tuve la inefable oportunidad de conocerlo en persona, en esa encarnación. Me dirigí a ese momento y sorprendentemente logré contacto inmediato con esa situación, y lo que sigue a partir de aquí es la descripción de la misma:
No puedo decir si era de mañana o de tarde, ya que me encontraba absorto e inmóvil con mi mirada perdida, como hipnotizado, aunque en realidad en ese momento, en ese lugar, yo estaba en trance (recién hoy lo comprendo, cuando conozco lo que significa estar en trance). Recuerdo que los rayos del sol caían en diagonal mientras que con una mano me apoyaba en el montículo de tierra sobre el que había un cierto número de personas, no mayor a una docena.
Mis sandalias de cuero se afirmaban en el piso de tierra pero yo me sentía como que no tenía mi peso corporal sobre ellas, sino que me parecía estar flotando, como sin peso, viviendo una muy extraña sensación que nunca había sentido antes. Recuerdo mi cabello negro, enmarañado y lleno de rulos, que hacía juego con una barba oscura que sobresalía de mi mentón; en realidad, mi piel estaba tostada por el sol y todo parecía tener el mismo tono que esa gastada túnica tejida con la que me cubría.
Una túnica que se mantenía ceñida por un cinturón anudado, del mismo color, de tejido de lana de oveja tal como la que usábamos todos los que apenas poseíamos lo que llevábamos encima. Debo reconocer que mi apéndice nasal se llevaba el premio, una nariz etrusca prominente tras la cual brillaban dos ojos oscuros, que en ese momento estaban concentrados en la visión de un rostro, en una imagen que no puedo describir a pesar de que no podía quitar mis ojos de ella. Era Él.
¿Cómo era Él? No recuerdo, porque yo solamente veía un resplandor en su cara como nunca había visto en mi vida, lo que me mantenía inmóvil y no me dejaba acercarme ni alejarme de mi posición, mirando hacia arriba, a ese resplandor que me fascinaba.
No puedo decir lo que yo escuchaba, pues ese Hombre allí arriba, a poca distancia de mí estaba pronunciando palabras que o bien no podía oír, o bien no entendía; no podía quitar mis ojos de Él aún cuando no recuerdo su cara, porque me era muy difícil distinguirla.
Sí pude ver que Él estaba vestido sencillamente, con una túnica clara y recuerdo que también tenía sobre sus hombros una prenda celeste o algo así. De cabello castaño no demasiado largo, figura delgada pero sólida, de estatura cercana al metro con 80 cm o tal vez un poco más, hombros fuertes, este Hombre hablaba con lentitud pero no pude entender lo que decía porque estaba fascinado con esa luz que no podía comprender cómo resplandecía, porque el sol estaba a mis espaldas y le daba en el rostro, y sin embargo me costaba distinguirlo.
Las personas que lo rodeaban permanecían en silencio, atentos a su voz; todos estaban vestidos muy similarmente a mí, salvo que mi única prenda, mi única túnica marrón, era demasiado humilde como para enorgullecerme de ella. Él movía sus manos con suavidad mientras se expresaba, y en ese momento me pareció que el tiempo no transcurría porque me sentía inundado por una paz como antes nunca había sentido.
Estoy absolutamente seguro que era Él, y lamento mi escasa mentalidad en ese tiempo que no me permitía otra cosa que mirarlo sorprendido y absorto, en lugar de estar atento a escuchar sus palabras y retenerlas. Creo que ambos rondábamos por una edad similar, unos 35 años o tal vez un poco más, no puedo precisarlo tal vez porque el clima desértico hace que las personas parezcan mayores de lo que son en realidad.
No hacía calor pero el sol estaba brillando luminoso, casi sin nubes. Sí puedo recordar que iba caminando cuando me acerqué al grupo de gente que lo rodeaba; detrás de mí había otras personas, atentas a lo que se podía escuchar y de repente me encontré en el medio, entre ellas y el montículo y sólo atiné a detenerme y dirigir mi vista hacia arriba, donde estaba el otro grupo a su alrededor.
Mi postura no era demasiado cómoda, estaba de pie, apoyado en un brazo que tocaba la pared de tierra arenosa, pero eso no parecía molestarme porque estaba en un estado similar al que uno experimenta cuando apenas se despierta del sueño.
Sé que ese personaje casi andrajoso, de barba oscura y desaliñado era yo en mi versión de esa época y recién en esta vida comprendo que estaba frente a Jesús sin saberlo en ese momento, ya que estaba concentrado en esa luminosidad que me congeló en esa posición no bien alcancé a verlo. En ese momento yo no sabía que ese Hombre era Jesús, nunca había escuchado hablar de él, pero algo sucedió que me llevó a acercarme diría como casi en forma casual si no fuera porque sentí dentro de mí que debía dirigirme hacia allí.
De haber escuchado sus palabras, creo que igualmente no las habría comprendido porque ese personaje que yo encarnaba en ese momento era apenas un primitivo habitante de esa región desértica. No me detenía inmóvil el escuchar su voz, sino la percepción de estar frente a un Campo Energético que recién hoy puedo comprender.
Ésos son mis recuerdos del día que conocí a Jesús y sólo sé que fue un amor a primera vista, algo que nunca hubiese esperado sentir, con sólo verlo, por un desconocido que tal vez no era tan desconocido, pero mi escaso nivel de comprensión de ese entonces no me permitía siquiera imaginar que pudiera haber un antes y un después.
Y aún hoy, dos mil años más tarde, sigo enamorado de esa imagen luminosa que me detuvo en el desierto. No era sólo una imagen, era una sensación de calidez, de paz, de alegría, que me mantenía inmóvil y confundido; estoy seguro que, aunque no pude saber de qué se trataba lo que decía, la comunicación no fue verbal pero su Mensaje lo llevo atesorado en mi alma.
Luego, retornando hacia el presente, me costó regresar al recinto y cuando lo logré, me sentí confundido y rodeado por una realidad que no pude sentir tan verdadera y tan mía como en esos otros momentos anteriores, aquel día inolvidable, el día en que conocí personalmente a Jesús.
El Sendero Del Ser. Bendiciones. Leo
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FASCINANTE ……..Gracias por compartirlo ………En Caballo de Troya (1) al leerlo sentía que todo ese relato ya lo había visto , un libro también fascinante .Hubiese deseado estar allí contigo …..
Gracias Liliana. Saludos.