¿ESTÁS TRABAJANDO EN AUTOCONOCERTE?

Muchas personas intuyen, aún sin saber, otras lo sospechan y algunas otras pocas lo saben con seguridad, que los tiempos que vienen a partir de este fatídico año 2020 no van a ser fáciles, porque se hace necesario un cambio en todos los órdenes de nuestra vida y más aún, un cambio en la conciencia que tenemos sobre la forma en que vivimos la vida. Se acercan tiempos de exigencia en todos los aspectos y debemos estar preparados para hacerles frente; esto significa que, en momentos de emergencia, no podremos darnos el lujo de tomar decisiones erradas.

Tal vez no nos demos cuenta, pero estamos en la puerta de elegir una línea de futuro para la Humanidad y por supuesto, también nuestra propia línea de futuro respecto de hacia adonde se dirigirá nuestra vida. De la buena elección dependerá hacia adonde nos dirigiremos y adonde llegaremos, como personas y como civilización, porque esto es mundial y sólo hay muy pocos que aún no se dieron cuenta.

En lo particular, a nivel personal, deberemos elegir qué será de cada uno a partir de ahora, porque se ha traspasado el marcador que distintas civilizaciones han indicado como límite para la línea de tiempo pasada. Es fundamental adquirir la mentalidad apropiada para tomar nuestras decisiones a partir de ahora, ya que los parámetros que tomábamos antes como constantes, ya no lo son.

Las recetas y las formulitas, ya no van a dar el resultado que daban antes; hace años que mis Guías me aconsejaron que me cuidara de la validez de los pronósticos astrológicos, porque hasta eso está cambiando. Es decir, antes subíamos o bajábamos una escalera considerando que la baranda estaba fija, los escalones estaban distanciados en trechos constantes, y que teníamos en claro que abajo, es abajo, y que arriba, es arriba.

Pero imaginemos por un momento que estamos en un ambiente sin gravedad como si fuera en una cápsula espacial, y sus ventanas están bloqueadas de forma que no nos permiten ver al exterior. Entonces tratemos de discernir:

1 – ¿La cápsula está fija en el espacio o está girando con respecto al planeta Tierra? No podemos saberlo.

2 – ¿Está girando sobre sí misma o permanece estable? Tampoco podemos saberlo.

3 – ¿Dónde está el “arriba” y donde está el “abajo”? Vaya uno a saber…

4 – Si hubiese una escalera en ese espacio ¿Será sencillo subirla en forma equilibrada como lo hacemos en la superficie? Casi con seguridad, aún sin ser astronauta, dirías que no.

Pero no hay manera de saberlo con certeza porque ahora no tenemos referencias. Estamos abandonados a nuestro sentir. En el caso de la escalera: si la baranda de la escalera se mueve, no podemos apoyarnos en ella. Si la distancia entre escalones no es constante y varía de un momento a otro, se dificultará subirla. ¿O es que estamos bajando? La única certeza que tendremos en este caso, es que no tendremos ninguna certeza.

Esto se debe a que en la cápsula no disponemos de parámetros: no existe gravedad, no existe referencia, la distancia no es constante, la ubicación relativa es imponderable. Estamos en este caso, en un severo conflicto, que será muy difícil de resolver; y más aún si dejamos que esta desorientación nos provoque miedo y desconcierto.

Ahora, eso es en el afuera; ¿Qué pasa en el “adentro” de nosotros? Si lo consideramos en forma relativa, es decir una cosa referida a la otra, es lo mismo. En la cápsula espacial no podíamos orientarnos, no podíamos decidir qué era apropiado y qué no lo era. No sabíamos si subíamos o bajábamos; al igual que es muy difícil acertar, por ejemplo, si el gato de la figura superior está subiendo o bajando por la escalera; ambas posibilidades existen según el punto de vista que tomemos. Haz la prueba, a ver qué decides…

Es decir, nuestra respuesta depende de considerar nuestra apreciación de bajar o subir, es decir, es relativa según nuestro punto de vista, de nuestra postura personal. Podemos verlo cómo baja o bien, también podemos ver cómo sube hacia nosotros: pero… ¿Nosotros estamos arriba o estamos abajo?

Del mismo modo nos encontraremos a partir de este 2020; sin parámetros que nos sean tan confiables como antes, respecto de lo económico, lo social, lo educativo, lo religioso, la validez de nuestras viejas creencias, la firmeza de nuestros criterios, lo personal, el valor de nuestros apegos, la eventual factibilidad de nuestros sueños.

Pero vamos a intentar imaginar que no estamos en esta ingrata y estúpida cápsula espacial girando sin ton ni son en el espacio exterior, como gira esta cápsula argentina. ¿Qué referencia tenemos? ¿En qué podemos seriamente basarnos? ¿Respecto de qué tomaremos nuestras decisiones? ¿En qué podremos confiar?

Aquí, en este punto, cuando nos encontremos absolutamente sin nada, tal vez lleguemos a darnos cuenta que lo único real y siempre vigente, estará de nuestra piel para adentro. Siempre dije que el mundo no existiría sin mí; seguiría existiendo para los demás, pero no para mí. Entonces, el mundo no vale nada, sólo valgo yo, como ser, como existencia, como energía, como verdad. Como también vale tu energía y tu verdad.

¿Y quién soy yo? Pero si quieres, dicho de otro modo ¿Y quién eres tú? ¿Conoces a eso que está dentro de ti mismo y que es lo único que en verdad tienes? ¿Y en lo único firme en lo que puedes confiar?

Aquí comienzan las inquietudes en la psiquis, que están torturando a muchas personas en esta eterna cuarentena, y que dejarán secuelas que costarán mucho superar; ése es el daño imperdonable que nos están haciendo. Porque si no te conoces, entonces, definitivamente, no te quedará nada porque te sentirás como que no eres nada.

Sólo una burbuja que se disuelve en un mar imaginario de interrogantes sin respuesta. Estás comprándote ropa que ni sabes si podrás usar porque no conoces tu talla, no tienes seguridad si se dará ocasión de usarla, no sabes si te ha de ser útil o no, si hará frío o si hará calor.

Cierta vez fui a comprarme ropa, y el vendedor me desconcertó porque me preguntó “¿Qué talle?”; de pronto sentí una vergüenza muy grande, pero rápidamente salí del paso sonriéndole abiertamente y diciendo con honestidad: “¿Qué se yo…?”. Allí tomé conciencia de que no conocía mi exterior…

Muchas veces en mis consultas encuentro personas que se asombran de algunos aspectos que les comento que están marcados en su Carta Natal, porque no conocen sus propios potenciales, sus capacidades, porque no se conocen a sí mismas. Eso suele denominarse falta de autoconciencia.

No saben si son almas nuevas o alma viejas, no saben lo que pudieron llegar a ser, porque no sabían quienes eran, no saben lo que son capaces de hacer porque no conocen sus recursos internos. Y lo peor, no conocen su Misión de vida, para qué están en este plano y hacia adonde deben dirigirse. Por lo tanto, tampoco saben qué es lo que resulta mejor para ellos, y entonces ¿Cómo harán para llegar a buen fin? Bueno, pero al menos acudieron a consultar porque sintieron la necesidad de conocerse, lo que indica que están en el camino de llegar a ser su mejor expresión.

Por eso, desde el principio, en cualquier estudio esotérico o espiritual que uno inicie, le remarcarán: “gnóthi seautón” (conócete a ti mismo) tal como los griegos habían escrito en el pronaos (el pórtico, la entrada) del templo de Apolo en Delfos.

Nos dejamos fascinar por la proyección exterior que llamamos “entorno”, digamos, nuestro mundo, lo de afuera, y de él tomamos referencia. De esa forma, al final somos lo que el mundo quiere que seamos; peor aún, terminamos siendo lo que los que manejan el mundo quieren que seamos, porque justamente así les conviene a ellos. Ahora, eso está en comienzo hacia terminar, pronto; así está escrito en las estrellas y no existe poder que lo modifique.

Hasta ahora, solamente debíamos seguir la senda remarcada por las otras ovejas que caminaron delante nuestro, sin saber si ese sendero conducía al lugar para pastar o al matadero. El problema se genera cuando desaparecen las sendas, lo de afuera, cuando todo es irreal como en la cápsula espacial que describí, cuando todo se distorsiona, cuando no existen referencias externas.

Allí entonces, llegado ese momento, que está llegando, es cuando cada uno se verá enfrentado a sí mismo, como en el espejo; ¿Conoces al que ves allí? Porque si lo conoces, no importa que el mundo esté dado vuelta o no exista, te tienes a ti mismo como referencia. Tienes entonces una verdad en la que puedes confiar. El verdadero conflicto surgirá si es que no conoces el exterior y tampoco te conoces a ti mismo.

Estamos transitando por esos tiempos en que lo único cierto es la incertidumbre. Y los tiempos que vendrán, serán aún más desconcertantes; los polos magnéticos se están desplazando gradualmente, así que ni siquiera una brújula será confiable, como lo era hasta ahora. Sólo podrás confiar en ti mismo/a, si es que te conoces, y si es que te conoces bien.

Entonces, al menos yo, creo que ha llegado el tiempo que hace mucho que menciono en mis artículos, el tiempo de tomar conciencia, en el que por suerte o por desgracia, valdrás lo que valen tus valores internos. ¿Cuáles son? ¿Podrías hacer una lista secreta, que sólo vos conozcas? ¿Podrías hacer una raya en una hoja y separar lo que consideres virtudes de lo que consideres defectos? ¿Te animarías a hacerlo? Sería un excelente ejercicio, muy provechoso para una introspección.

¿Tienes un defecto, o tienes varios? Entonces me alegro mucho, porque el hecho de que los hayas descubierto, reconocido y aceptado, sin duda te ayudará a convertirte en una mejor persona.

En mi caso, soy muy crítico y por eso no pude llegar a definirlo con absoluta claridad, porque los límites se expanden a medida que nuestra conciencia se expande, lo que hace que este viaje de crecimiento no termine nunca, y entonces tiempo atrás recurrí a mis Guías. Les pedí que, en pro de mi crecimiento, me mencionaran mis defectos. En un principio, al escuchar su respuesta, me sentí defraudado, pensé que me estaban tratando como a una criatura, hasta que más tarde pude comprender la sabiduría de sus palabras.

Ellos dijeron lacónicamente: “No hay defectos”. Yo me sorprendí ante esas certeras palabras, que contradecían todos mis anteriores criterios; como siempre, yo siento como que parecen complacerse en patearme el tablero cuando me responden. Mientras yo no podía evitar decirme para mis adentros: “Éstos me están cargando”, Ellos acotaron: “El Diamante está intacto” lo que en ese momento no terminé de entender, porque hace referencia a algo Superior que no viene al caso describir aquí.

Primero pensé que no querían preocuparme, pero luego razoné que Ellos no tienen el prurito de quedar bien o quedar mal, como nosotros nos comportamos según nuestra hipócrita conducta social. Ellos dicen la verdad, le guste a quien le guste, lo entienda o no lo entienda, y se lo dejan ahí para que lo mastique con tiempo. Y tampoco les importa el tiempo que uno demore, porque saben que ese tiempo de una u otra forma, llegará.

Algún tiempo después, me pareció escuchar una ligera vocecita interior que me susurraba: “Un defecto es la semilla que llevará a una virtud”. Claro, allí estaba, un defecto en definitiva es un principio del modo de alcanzar una virtud, en la medida que reconozcamos ese defecto y pongamos la voluntad en convertirlo gradualmente en una virtud.

Ahora bien, ¿Con referencias a qué, considerarás lo que es una virtud y lo que es un defecto? ¿Respecto de qué parámetros? Y además… ¿Estás seguro que esa tal virtud es una virtud, y ese tal defecto es un defecto? Pienso que solamente el parámetro correcto será nuestra propia consciencia interna.

Por lo general, el defecto en el carácter proviene de que la persona no se ha podido dar cuenta de cuánto le beneficiaría a él y a su entorno, hacer el cambio y transmutarlo en una virtud, y lo bien que se sentiría después, al saber que pudo hacer ese trabajo para sí mismo. Y por supuesto la satisfacción de haberse superado, y el grado de autoestima y seguridad en sí mismo que eso le permitiría alcanzar. Porque todos queremos conseguir para nosotros lo mejor ¿O no?

La lucha más difícil de todas las luchas consiste en enfrentarse con uno mismo, en trabajar para reconocerse y mejorarse. Cuando uno se recuerda a sí mismo que fue capaz de vencerse, siente que tiene fuerzas para vencer cualquier otra cosa exterior. No caen del todo bien a los demás los ejemplos personales, pero para dar un ejemplo claro, yo tuve que trabajar muchos años para conseguir la bendición de transmutar la ira de mis tiempos de juventud en capacidad de atención, hacia observar al otro y hacia observarme para aprender, en lugar de enojarme como lo hacía antes.

Y por consejo de Ellos, ahora estoy trabajando en la capacidad de no indignarme, cuando yo pensaba erradamente que indignarme con alguien o con algo que yo consideraba indigno, tenía que ver con tener dignidad.

En cambio, a través de Ellos, comprendí que en nombre de esa pretendida dignidad, yo estaba cometiendo el error de estar condenando a todo aquello que, desde mi punto de vista, no era digno.

Concluí que si para Ellos, que desde el Otro Lado del Velo donde se puede ver la verdad completa, no les resultaba indigno, ¿Quién soy yo para creerme con derecho a indignarme? Eso no sería otra cosa que soberbia e ignorancia, que son hermanas mellizas.

Tal cual ésa es la sana actitud de las civilizaciones que rodean la Tierra en este momento: ellos no juzgan ni condenan, ni se indignan, solamente observan con amor y llegado el caso, ayudan a corregir. Lo único que puedo agregar a todo esto, es lo que escuché de alguien cuyo nombre lamentablemente no recuerdo ahora, aunque sí su mensaje, que expresaba que no hay tarea más digna que trabajar en autoconocerse.

El Sendero Del Ser. Bendiciones. Leo

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