Amar es Dar la Bienvenida, Aún al Cuchillo que nos Mata…
Cuántas veces me he preguntado… ¿Estaré amando en toda mi plenitud? No lo sé. Debería tener un parámetro de comparación, alguien que me responda honestamente, alguien en quien pueda confiar…
—¿Qué significa amar?— le pregunté al silencio… pero mi amiga, la Muerte, fue quien respondió. Supe que era Ella quien me hablaba, porque me dijo, sin pelos en la lengua:
—¿Amar? Amar, es dar la bienvenida… aún al cuchillo que nos mata.
En medio de una lectura de Registros Akáshicos, noté que la lectora, Lucía, de pronto se estremeció y me dijo en voz baja:
—A tu lado está La Muerte… parada al lado tuyo, con su guadaña…
Me sonreí. Mi Amiga, La Muerte. No me extrañó, ya que justamente momentos antes yo la había mencionado. Cuando uno la nombra, Ella se acerca a ver si la están llamando, a ver si es necesario actuar o basta con simplemente contemplar y dar un aprendizaje. Me sonreí, no tanto por la expresión de Lucía sino porque yo ya sabía que Ella me acompañaba desde siempre.
—No bajó para hacerte daño, sino que lo que busca es enseñarte, hacerte partícipe de su gran sabiduría¬ —me dijo ella, como para tranquilizarme— ella es inmensamente sabia…
Por un instante me evadí de allí y recordé todos los momentos en que Ella y yo habíamos experimentado sucesos juntos, como aquella noche en el paraje de El Hoyo, cerca de El Bolsón, en la cordillera argentina, cuando en sueños reales, se me atravesó en la ruta abriendo sus brazos e impidiéndome pasar. Allí, en ese sueño/realidad, Ella salvó mi vida, tal otro día lo contaré…
Pero siempre tenemos esos diálogos sencillos aunque profundos, de los que salgo algo confundido porque su gran Energía me shockea, me deja atónito. Como aquella vez, en la que no sé porqué se me ocurrió preguntar en silencio, dentro de mi propio silencio interior:
No lo entendí en ese instante y tuve la necesidad de reflexionarlo, pero me quedaron grabadas las palabras “dar la bienvenida”. Parece que eso era lo importante…
Dar la bienvenida…
Sin análisis, sin discusiones, sin prejuicios, sin miedos… sólo con el corazón.
Dar la bienvenida al nuevo día. O al último día.
Dar la bienvenida a todos los seres que poblaran ese nuevo día… y por supuesto, fueran quienes fueran, llegaran para lo que llegaran, porque Ella había expresado contundentemente: “aún al cuchillo que nos mata”.
Dar la bienvenida a todos los sucesos, fueran como fueran. Los comprendiera o no, pero aceptándolos.
Dar la bienvenida a lo que quiera que se acercara a mí, de la forma que fuera, eso parecía ser “amar”. Al menos, eso era lo que Ella expresara en ese momento.
Dar la bienvenida y aceptar, aún sin comprender. Qué difícil… ¿no?
Supongo que eso mismo debería aplicarse a aquella persona que se nos acerca por esos planes misteriosos de la vida, ya trazados de antemano, en esos encuentros programados sin que uno lo sepa en forma consciente; simplemente… darle la bienvenida.
Que en otras palabras implica “aceptar”. Fluir hacia el encuentro de Energías, con el corazón abierto al encuentro… aún sin preocuparse por ese cuchillo que puede matarnos. Sin analizar que tal vez… esa muerte sea lo que origina la vida y su continuidad. Simplemente, dando la bienvenida.
Siento que es difícil incorporarlo de forma natural a nuestra actitud cotidiana, pero claramente…
amar es dar la bienvenida, aún al cuchillo que nos mata…