¿QUÉ ES SER ESCLAVO DE LA LIBERTAD?
En primera instancia, la pregunta parece capciosa, dado que esclavitud y libertad son entendidas como antónimos, es decir como interpretando conceptos totalmente opuestos. Tal vez cabría preguntarse: ¿Se puede ser esclavo de la libertad? De eso se trata el artículo, inspirado por una pregunta de una persona amiga sobre qué quise dar a entender cuando expresé esas palabras, “ser esclavo de la libertad”, y voy a tratar de aclarar lo mejor posible a fin de ilustrar el concepto.
¿Qué es la libertad? La libertad se define como aquella facultad o derecho de cada persona de elegir su propia forma de manejar su vida y su manera de vincularse responsablemente dentro de la sociedad. Muchas personas creen vivir en libertad aún cuando no lo están logrando en realidad.
Otros buscan vivir en libertad y ser independientes a costa de esclavizar a otros y vivir de esos recursos de otros; el caso típico del adolescente que de repente decide independizarse pidiendo que sus padres le alquilen un departamento para que pueda vivir solo, sin comprender que lo que pide es totalmente incoherente, si es que lo que quiere es independizarse.
También otras personas se sienten ahogadas por las obligaciones de vivir en sociedad y a toda costa manifiestan que necesitan ser libres, sin comprender que sólo podrían independizarse de la sociedad viviendo la vida salvaje de un lobo solitario.
Pero en este caso, más precisamente, busco definir el sentido de “ser esclavo de la libertad”. Y con esta frase me refiero concretamente a la actitud de aquella persona que por miedo de perder su libertad, se reprime a sí mismo el participar o el tener vivencias de cierto tipo que le representen alguna clase de compromiso u obligación.
Si uno quiere ser libre totalmente, primero debe buscar ser libre de sí mismo, y comenzar por sus miedos, que son los que más lo esclavizan. Si tiene miedo de perder su libertad, si ese miedo no lo deja hacer cualquier cosa que le gustaría hacer, entonces, está evidenciando que no tiene libertad.
Si debe cuidarse de no hacer algo que represente un compromiso, o de no ir a tal o cual lugar porque ello le restringe su libertad, entonces esa persona es esclava de su pretendida libertad. Podría sentirse libre, por ejemplo, de disfrutar una copa entre amigos sin necesidad de emborracharse, lo que en definitiva depende del control que tenga sobre sí mismo. Si no puede limitarse a saborear una sola copa, entonces, no es libre de controlarse ni de manifestarse o de adquirir responsabilidades, por lo que entonces, no puede decir que es libre.
Si en su vida no hay límites para algunas cosas, aparentemente algo paradójico, no puede considerarse libre porque no es libre de controlarse, y mucho menos si esos límites no logran ser autoimpuestos. Toda libertad trae consigo responsabilidades y límites, que restringen esa libertad para que pueda existir la libertad y no se caiga en el caos.
Y si uno tiene miedo a que alguna cosa que haga le quite libertad, entonces es esclavo de sus miedos y por lo tanto su libertad es ficticia. Si tiene que vivir pendiente de que no le sea quitada su amada libertad, entonces es esclavo de lo que suceda en su entorno y por lo tanto, no es libre.
Básicamente entonces, hay que aceptar que no existe libertad sin límites, aunque los límites se perciban como un peligro para la libertad.
Por ejemplo, si no forma una pareja ni quiere tener hijos porque necesita ser libre, está poniéndose autolimitaciones y por lo tanto, no logra ser libre de sus prejuicios. Si no tiene hijos, no puede saber si se sentirá libre o no, al tenerlos. Para alguien así, la libertad no existe, aunque él pretenda que se siente libre.
En definitiva, el lobo podrá ser libre, aunque no está libre de ser atrapado por una trampa o baleado por un cazador, o bien, no está libre de las condiciones climáticas ni de pasar hambre por falta de alimento.
Esto nos indica que la libertad no es un estado físico sino un estado mental. Uno puede independizarse hasta cierto punto dependiendo de sus criterios mentales y sentirse libre aún cuando esté preso dentro de cuatro paredes. Ésa es la verdadera libertad. En ocasiones, una persona aparentemente libre puede estar presa de un recuerdo, o de la imagen de otra persona, o de un vicio, o de una enfermedad.
Pero la peor de las prisiones es estar preso de sí mismo; no hay nadie más férreo en poner cadenas que las ataduras que uno puede llegar a ponerse a uno mismo. Esto indica que la libertad, además de ser un estado mental, es un estado emocional, pero siempre estará determinada por el propio individuo, que se vuelve a la vez dueño y represor de su propia libertad.
Una vez, alguien que ha estado varios años preso en una cárcel me manifestó que gracias a haber estado privado de su libertad física, hoy aprecia la vida de una forma que antes no la apreciaba, y que si no hubiese tenido que pasar esos años tras las rejas, tal vez hoy estaría muerto debido a sus descontroles sobre su propia persona. Ese alguien, aprendió lo que es sentirse libre estando privado por completo de su libertad física.
Como todo en general, la libertad debe mantener un equilibrio para no desvirtuar su esencia. Y si bien, el concepto de libertad no es para todos el mismo, la peor esclavitud proviene desde adentro del ser y la persona misma puede llegar a convertirse en el verdugo de su propia libertad. Una forma muy eficaz de mantenerse preso, parece ser el volverse esclavo de la propia libertad, cuando uno es incapaz de liberarse de sí mismo.
El Sendero Del Ser. Bendiciones. Leo
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