LO QUE SUCEDE CUANDO TE ENAMORAS DE UN PSICÓPATA
A lo largo de nuestra vida, seguramente hemos compartido momentos con muchas clases de personas distintas, y con el tiempo nos hemos ido adaptando a sus comportamientos distintos, algunos compatibles, y otros incompatibles con los nuestros.
Sin embargo, relacionarse con una persona psicópata es una experiencia muy singular, destructiva, agobiante, angustiosa, siempre muy estimulante y con mucho brillo al principio pero capaz de sumergir más adelante a la persona sana en las situaciones más miserables, cuando la relación se profundiza y se palpa la realidad.
Inevitablemente, tras la “luna de miel”, tiempo durante el cual el psicópata prepara el terreno, él o ella comienzan a revelar su verdadera faz, y si es que se trata de una relación amorosa, al final de la relación la persona víctima se siente morir de pena y desesperación porque el amor de sus sueños y la encantadora situación ideal que la llevó a entregarse, se han evaporado tan rápidamente como han nacido.
Siempre es así, ya que todos los psicópatas tienen, con algunas variantes, la misma estrategia, la que repiten vez tras vez y son personas capaces de tomarse el tiempo de detectar los más recónditos anhelos de la persona a quien eligen como víctima y “volver realidad” sus sueños, al menos al principio.
También, como son muy hábiles para identificar los puntos débiles, y dado que suelen ser personas muy inteligentes, planifican una estrategia manipuladora que termina esclavizando a su víctima y vaciándola como la araña a la mosca que ha caído en su tela.
En esta primera fase, ellos son capaces de hacerse ver como la imagen de aquellos sueños dorados que la persona ha mantenido guardados en su secreta espera de que llegue el amor de su vida, y entonces ellos se encargarán de proyectarlos frente a sus ojos, a lo que la otra persona quedará encandilada e inerte tal como una liebre ante el reflector del cazador.
Es el canto de la sirena. La persona es llevada a creer que ésa, sin duda, es la clase de ser que él (o ella) han soñado y esperado encontrar durante tanto tiempo, y por lo tanto no dudan en abrir su corazón y sus brazos (y su bolso, o su bolsillo) sin mayores recaudos, que es justamente lo que espera el personaje psicopático para poner su trama en acción.
A partir de ese momento, la segunda fase, a medida que desarrollan sus planes, ellos pueden llegar a mostrar sin querer algunos leves indicios que la víctima de su seducción probablemente no notará y si lo hace, no los considerará de importancia.
El psicópata logró posicionarse como la persona de su vida, y en pro de la tolerancia, algún defecto, es permisible y lógico que tenga, como todos los seres humanos. Eso es lo que la víctima inconsciente responderá a otros cercanos que sospechan ver al lobo debajo de la piel de cordero.
Sin embargo, es una situación cazador-presa de la cual es muy difícil retirarse a tiempo, salvo que uno ya tenga la experiencia y la información necesaria como para reconocer la clase de depredador con quien comienza a compartir su vida. Posiblemente ya esté “durmiendo con el enemigo”.
Despegarse no es fácil, y para ello deberá resignarse a la realidad y reponerse, recuperando la voluntad y la decisión de abandonar sus más hermosos sueños, en pos de recuperar su propia persona, que de una forma o de otra, está inerte en las invisibles garras del psicópata.
En una tercera fase, la situación termina siendo una relación huésped-parásito en la cual el ladrón (o la ladrona) de sueños parecerá no saciar nunca sus requerimientos, mediante la táctica que sea; con lágrimas (fingidas), con enojos (reales), con súplicas (teatralizadas), con amenazas (primero veladas y luego claramente expresadas).
Es tal el peso de la imagen proyectada, que desde el principio la persona sólo ve lo que le encanta ver, y al comienzo dejaría que le arranquen un brazo antes que apartarse del objeto de sus sueños, pero al final, cuando se encuentre agotada, vaciada por dentro (y generalmente, también por fuera), frustrada, acongojada, y sin comprender cómo sucedió todo eso, entonces ya no sabrá cómo resolver la situación comenzando a sentir que se muere de pena, que ha sido estafada, que le han robado el corazón, que sus sueños eran éso, tan sólo sueños.
Como en toda crisis, la persona llegará a la etapa de la negociación, pero lo que normalmente no sabe la víctima es que no hay manera de hacer desistir al o a la psicópata una vez que éste se ha instalado como dueño de la situación y está en pleno desarrollo de su estrategia.
Tal vez la víctima crea que en algún momento logrará hacer que el otro cambie, pero no existe ninguna forma de volver al primer estado de encantamiento que tanta felicidad le otorgara, porque ese estado irreal fue solo un escenario fabricado por una mente perversa; ahora ya se encuentra en medio del proceso, pero dentro de las fauces del león.
Sobre todo, el riesgo es mayor en aquellas personas (sobre todo mujeres) que idealizan que a fuerza de cariño, buen trato, y con el tiempo, lograrán conseguir que cambie el comportamiento del psicópata. Todos los días vemos por los noticieros crímenes aparentemente inexplicables cometidos por personajes psicopáticos.
La otra persona comete un terrible error; los/las psicópatas rechazarán sistemáticamente hacer cambios en sus estructuras depredadoras que les ha costado tanto poner en marcha, y hasta puede llegar a enfurecerlos/las aún más, porque lo entienden como un rechazo, un impedimento o una crítica a su “perfecta” forma de ser.
Al momento de darse cuenta de que hay cosas que traen problemas, la víctima se preguntará, usualmente: ¿Qué es lo que he hecho o estoy haciendo mal? ¿Por qué la relación con esa persona tan atractiva, tan especial, tan adorable, de repente se ha tornado tan difícil de llevar adelante? ¿Por qué ha desaparecido su sonrisa radiante, su encanto, su comportamiento tan complaciente? ¿Qué error he cometido? A veces acuden a mi Consultorio y me cuesta encontrar la manera de hacerles ver la realidad.
Porque de pronto la víctima se encuentra con alguien que ya no le sonríe, que cualquier cosa le resulta insuficiente para satisfacerlo/a, que los esfuerzos que haga la víctima para dialogar, para negociar, para salir adelante… no dan ningún resultado; salvo un rechazo seco y hasta violento de la otra parte.
Ya es tarde; está atrapada y es muy triste pero la persona se encuentra envuelta en la tela de araña del (o de la) psicópata, quien no la dejará escapar hasta haber conseguido agotar su energía y quitarle todo lo que le sirva, porque por un lado él/ella tiene la convicción que los demás están para servir a sus propósitos, y por otro, no tiene el menor escrúpulo porque es incapaz de experimentar sentimientos de alguna clase.
A la víctima sólo le queda esperar el peor desenlace, la última fase, que hasta puede terminar con su vida, porque los psicópatas no tienen reparo en eliminar a la presa si sienten que eso es necesario o resulta útil a sus necesidades. El hombre lo hará con violencia incomprensible, ella lo hará probablemente con veneno; cualquiera que sea su método, se justificarán en que la víctima no les dejó otra salida. Que es solamente culpa del otro.
Tuve conocimiento una vez de una madre que una noche ahogó con un pañuelo a su hija enferma de 4 años, porque le molestaba su llanto; la criatura estaba ciega y su único consuelo estaba en la cercanía de la madre. Pero su llanto y su requerimiento entorpecían su relación con el marido que se quejaba de esto, por lo que simplemente la eliminó, sin dejar pruebas.
Lo peor del caso, es que esta mujer continuó con su propia vida sin ningún remordimiento y eludiendo las consecuencias del hecho, cuidándose de no dejar rastros que pudieran inculparla. Y además, muy convenientemente, encarnó la situación de “la pobre madre que ha perdido a su hijita”.
En ellos no hay sentimientos, emociones, ni sentido de culpa, ni de responsabilidad. Hay una fría lógica que justifica su perversión, y siempre, la culpa es del otro que los obligó a conducirse por ese camino.
En el caso de la niña asfixiada, la pobre niñita “la obligó a hacerlo” y mientras lo confesaba, acorralada por las señales marcadas en su Carta Natal, no se le cayó una sola lágrima. Esto me trae a la mente que Jesús, en aquellos momentos decisivos, estando crucificado, expresó: “Perdónalos, Padre, porque no saben lo que hacen”.
Estos personajes son muy hábiles para no dejar huellas o pruebas de su comportamiento enfermo, y son capaces de engañar a cualquier persona que no haya sufrido en carne propia sus tácticas perversas.
Los psicópatas responden a ciertas características natales caracterológicas, es decir, nacen para ser así, está marcado claramente en sus Cartas Natales, y ellos lo toman como muy natural, porque carecen de los necesarios potenciales de conciencia y de control; lamentablemente esta condición es irreversible y sus únicos límites son el miedo a ser descubiertos y se resignan a tener que continuar su vida vacía, buscando a la siguiente víctima.
A veces la gente opina que son personas inhumanas; nada más cierto que eso, porque algunos de ellos no son enfermos sino que corresponden a encarnaciones de seres Elementales en un cuerpo humano, y a otras entidades que no corresponden a la especie humana.
Estos casos no poseen la capacidad de la empatía ni pueden considerar como válidas las leyes humanas, y tampoco responden a motivaciones emocionales o sentimentales. Siguen las leyes de la Naturaleza en las cuales el más fuerte sobrevive a costa del más débil, y este comportamiento de selección les parece completamente lógico y natural.
En el Consultorio he conocido casos en los cuales la víctima, reaccionando, ha tenido el valor necesario como para retirarse a como pudo de la relación y en la intención de desanimar al/a la psicópata, ha iniciado otra relación con otra persona en la esperanza de que el depredador o la depredadora, se aparten desencantados.
Esa técnica no dará resultado; el personaje seguirá insistiendo, porque está convencido que esa persona es suya, es su huésped, es su presa, ha puesto mucha energía en cautivarla, está en sus manos y a veces piensa “Si no es para mí, no será para nadie”.
Muchas veces interceptan a la otra persona en la calle, siguiéndola, acosándola por teléfono a cualquier hora, esperándola a la salida de su trabajo, a veces haciéndole promesas, aunque otras veces amenazándola, involucrándose con la familia de la víctima logrando que los demás los miren con buenos ojos y por el contrario, los familiares o amigos reaccionen culpando a la víctima , es decir, ellos incorporan a terceros para que intercedan siempre a su favor y en contra de la presa.
Pero siempre se mostrará ante los demás como la persona desesperada, como la víctima de haber sido abandonada, creando una ficción sumamente difícil de descubrir para quien no tenga las pruebas a la vista y conozca de cerca la situación.
Esto se torna realmente en una situación desesperante y agobiante para quien desea liberarse de ellos, porque nadie creerá que esa persona tan simpática, con tanto carisma, sea en realidad un monstruo.
¿Cómo reconoceremos a un/a psicópata antes de que sea demasiado tarde y podamos evadir su persecución o sus maniobras depredadoras?
El psicópata tiene rasgos claramente identificables, sólo que si no conocemos anticipadamente su “modus operandi”, no podremos reconocerlo hasta que toda nuestra inversión en tiempo, sentimientos y hasta valores materiales, nos haya llevado sólo por el camino del dolor, de la pérdida y de la frustración.
Ya han transcurrido la primera y la segunda fase antes de aceptar la realidad. ¿Podrá la víctima salir indemne de esta situación? Indemne nunca, porque las huellas que deja un/a psicópata en la psiquis de la persona poseída son inborrables ya que se ha apoderado de sus sueños más anhelados, pero sí es posible salir, aunque malherido.
Este personaje peligroso, que puede ser tanto masculino como femenino, en la última fase se ha llevado consigo ilusiones, poder, esperanzas, crédito en las demás personas y hasta puede que haya estafado o robado a su víctima, no sólo moralmente sino materialmente. Y hasta puede llegar a eliminarla en un acto inesperado de violencia.
Esto es lógico porque el psicópata tiene la absoluta convicción de que los demás están para su beneficio, y luego, una vez resumidos y doblegados, son descartados porque ya no le son útiles, ya que les ha quitado todo.
Los psicópatas son personas que no aceptan un “No” por respuesta y que de una forma o de otra, por el medio que sea, a veces sutilmente mediante su enorme carisma, o empleando aún la forma violenta, necesitan salirse con la suya.
Los demás deben ser proveedores y alimentadores de sus antojos, pero ellos no sienten la necesidad de retribuir con nada; y si alguna vez lo hacen como para que la cuerda tensada no se rompa, estarán esgrimiéndolo ante la cara de la otra parte, en forma permanente: “No te olvides que aquella vez, yo…”
Su tolerancia al fracaso es cero, nula, lo que los vuelve peligrosos cuando no obtienen lo que esperaban porque reaccionan enfureciéndose, amenazando al otro, buscando venganza de cualquier manera, aún llegando a la violencia física. Suelen formar parte de las noticias cotidianas.
Hay una manera de reconocerlos, pero la persona debe ser muy cuidadosa y observadora, y conocer perfectamente cómo se proyectan ante su vista, así como los rasgos que exhiben en su conducta, que siempre responden a un patrón manipulador y cautivador.
El dicho popular que más se adapta a esta advertencia es: “Cuidado, cuando la limosna es grande, hasta el Santo desconfía”. Dado el caso en que la situación se presenta demasiado perfecta y ocurra con velocidad vertiginosa (porque así la plantean para que la víctima no tenga tiempo de reaccionar) hay que detenerse un momento y observar cuidadosamente.
Lo difícil es que la víctima se decida a desprenderse de esa situación atrapante en la que sus sueños por fin parecen haberse hacho realidad.
Puede verse que ellos repiten sistemáticamente su estrategia de seducción, hasta estar seguros de ser aceptados por la víctima que ni sospecha con quién se está relacionando.
Muchos hombres piensan orgullosamente en este caso “esta mujer está loca por mí, la tengo a mis pies” sin darse cuenta de que la realidad es que están entre las fauces del león; lo mismo si se trata de una mujer ante un psicópata ya que él no reparará en esfuerzos para conquistarla y hacerla sentir como siempre ella soñó.
Los psicópas usan permanentemente esa fórmula en la que ya están muy experimentados e intentan a toda costa que la víctima se nuble a sí misma y no pueda reaccionar al menos hasta que llega la etapa en que la tienen atrapada sin remedio.
En un siguiente artículo mencionaré las pautas por medio de las cuales pueden ser reconocidos antes de que sea demasiado tarde, porque tarde siempre será: “LAS 30 CARACTERÍSTICAS QUE TE DIRÁN SI ESTÁS FRENTE A UN PSICÓPATA” y terminarás de comprender lo que sucede… cuando te abandonas a enamorarte de un/una psicópata.
El Sendero Del Ser. Bendiciones. Leo
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