Todos sabemos que mientras los padres están, la familia se mantiene en equilibrio; con armonía, con roces, con discusiones, o como sea, pero la presencia de los padres impone cierto orden y disciplina que por lo general los hijos no se atreven a cuestionar, ya que lo aceptan como natural en ese momento.

Cuando uno de los padres se ausenta o cuando lo hacen ambos, el grupo familiar parece entrar en una crisis que lo conduce a otro régimen de funcionamiento. Esto se debe a que los que han quedado, sin saberlo, sienten que algo debe reacomodarse, y este “algo” es nada más ni nada menos que la calidad y la cualidad de la energía familiar compuesta aún por la energía de todos los ancestros, y de los familiares vivos y hasta de los que han muerto o desaparecido.

Por ejemplo, un hijo no nacido, o abortado, o no reconocido, o que ha sido rechazado por un aborto espontáneo que la madre ni siquiera lo ha percibido, integra el grupo familiar y su energía, al no ser reconocida por el grupo lucha por tener su lugar y ser admitido, porque no solamente la familia necesita de su aporte sino que a su vez, la energía del muerto o del no nato necesita incorporar la energía de su familia, porque de una forma o de otra, ha elegido a esa familia para compartir los parámetros energéticos del grupo, tanto brindando como recibiendo.

Esto es nada más que un procedimiento de aprendizaje que hace que la familia deba reacomodarse cada vez que falta uno de sus miembros, y si esto no se lograra, no podrá haber paz y alegría hasta que no ocurra el reequilibramiento, en esta generación o en las siguientes, trasladándose de padres a hijos en forma sucesiva.

Una vez observé personalmente que una mujer tenía un problema en su vida actual, el que fue generado por la falta de reconocimiento de uno de los ancestros, nada menos que 18 GENERACIONES ANTERIORES, o sea, varios cientos de años, y hubo que retroceder todo ese tiempo para resolver el conflicto a fin de que se fueran resolviendo los desequilibrios energéticos posteriores, uno por uno, para que esta mujer hoy pudiera enderezar su vida actual.

Esto nos dice que no es para nada raro que al faltar uno o ambos padres, la familia se reacomode, a veces uniéndose y la mayoría de las ocasiones, aparentemente quebrándose dado que cada uno de sus integrantes adquiere un nuevo rol, una nueva responsabilidad energética y muchas veces necesita apartarse a causa de eso.

Cuando falta el padre, por ejemplo, esa cualidad de mando y organización pasa a los hijos, que deben asumirla con naturalidad y responsabilidad. Es como en una carrera de postas en la que cada participante, habiendo cumplido su parte, cede el testimonio al corredor siguiente que lo acepta de buen grado y asume la responsabilidad de la carrera en lo que a él respecta.

Al producirse una deserción o un desacuerdo, el resto de la familia lo interpretará como un acto de desamor, siendo que muy por el contrario, es una decisión absolutamente necesaria que si hubiera el amor suficiente, debería ser admitido, comprendido y aceptado por los demás integrantes de la familia porque el bien de uno cualquiera de los integrantes hace al bien de los éxitos del resto.

Así está programada la supervivencia de la especie, cuya responsabilidad va pasando de un integrante al siguiente.

Muchas de las características natales de alguno de los participantes se ponen de manifiesto luego de algún acontecimiento familiar. Los integrantes piensan que “luego de tal cosa, Fulano comenzó a comportarse como…” siendo que esa cualidad ya estaba en Fulano anteriormente pero sin expresión porque no se daban las condiciones apropiadas para ser mostradas y ejecutadas.

No es que “papá comenzó a volverse alcohólico luego de que muriera mamá”; ya estaba esta característica latente en “papá” sólo que la ausencia de “mamá” disparó el proceso porque las circunstancias ahora han cambiado.

La vida no es responsable de que tal o cual persona se vuelva así o asá luego de haber pasado por una situación determinada; nadie puede expresar una característica que no posea como potencial desde el instante en que nació. No suceden situaciones que no estén contempladas como aprendizajes potenciales en la Natal de cada persona de este mundo.

Por eso, es perfectamente comprensible que se produzcan estos cambios en el entorno familiar cuando se genera una situación que actúa como gatillo del proceso; lo que debe ser aceptado y respetado porque es la manera en que fluye la energía del conjunto familiar. Se trata de la mejor opción en que se desarrolla la trama, aunque a simple vista no sea la más deseable.

Nadie en su sano juicio se sentiría en condiciones de juzgar el contenido de un libro por haber leído solamente una página; así sucede con la vida, normalmente desconocemos la trama que viene como valor agregado no solamente de sucesos en esta vida, sino de vidas anteriores, y programas futuros que deberán ser encarados, elementos que una vez conocidos explicarían perfectamente el comportamiento de cada individuo de la familia.

Lo mismo sucede con violados y violadores, asesinados y asesinos, torturados y torturadores, cuyas Cartas Natales están vinculadas a ese fin, a que sucedan dichos acontecimientos por una planificación anterior realizada en vidas anteriores de pleno acuerdo mutuo debidos a situaciones que han quedado sin resolver.

Suena disonante para cualquiera que no conozca el tema en profundidad y cuesta mucho aceptarlo, por falta de datos que puedan hacer que la situación dada encaje en la trama. La vida se torna incomprensible para aquellos que no se han tomado su tiempo en analizarla y discernir el mecanismo mediante el cual la vida logra su propósito de aprendizaje para cada ser.

En resumen, entonces, cada individuo aporta sus energías latentes al grupo y éste se comporta de una manera dada hasta que sucede algún acontecimiento que dispara los procesos individuales y los del grupo en su totalidad.

Esto debería ser aceptado de buen grado, con amor, aunque no se comprenda la razón del hecho, que puede estar siendo una reacción a hechos muy anteriores y a situaciones no resueltas de ancestros que tal vez pasaron por la guerra, por dramas insospechados, situaciones comprometidas, etc.

Cada integrante del grupo que se niega a fluir con la situación sólo hace que el desenlace se vuelva más difícil de resolver, por ejemplo, hijos que no aceptan la partida de uno de los padres, hermanos que mantienen rencores porque dejan de tratarse, hijos que se van para nunca volver al seno familiar, madres que no comprenden el porqué alguno de sus hijos no desea tratarse más con ellas, etc.

Por eso, es natural y así debe ser aceptado de buen grado que la familia se desequilibre y hasta se desintegre cuando faltan alguno o ambos padres. No caben juicios ni condenas, sólo corresponde darle la bienvenida a la nueva situación, para evitar males mayores y postergaciones que serán transmitidas a los hijos porque sus padres no supieron aceptarlas y resolverlas.

Se trata de una cadena de amor en la que los descendientes aceptan hacerse cargo de situaciones no resueltas como contrapartida de haber recibido potenciales de sus padres y ancestros; en lo material, por analogía, no sólo se heredan bienes y propiedades, sino también deudas contraídas anteriormente.

Se trata de un “karma familiar” que es aceptado por cada nuevo integrante cuando nace en ese seno familiar; es una deuda de honor que tarde o temprano deberá ser saldada para que se restablezca el equilibrio y la vida pueda continuar. Por ende, el momento más propicio en que se realiza esta “transmisión de mando” suele ser cuando se produce la falta de uno o de ambos padres.

El Sendero Del Ser. Bendiciones. Leo

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