ASÍ COMO TRABAJAS, ASÍ ES COMO AMAS
Por supuesto que trabajar en lo que a uno le gusta es un placer y esto consecuentemente favorece una mejor entrega, la que a su vez potencia dicho placer y de ese modo se forma un círculo virtuoso. Trabajar, sobre todo creando, por ejemplo, favorece la manifestación externa de lo que moviliza a la persona, que vuelca en lo creativo aquello que genera en su interior.
Otro tipo de ocupación es brindar un servicio a otras personas o atender al público, por ejemplo. En todos los casos, lo ideal sería lograr independizarse de la apreciación y reconocimiento de los demás, de forma que no tenga tanta influencia en lo que se entrega, aquello que se recibe como devolución.
Esto, por supuesto, va a depender de la seguridad en sí mismo que tenga cada uno; pero por ejemplo, un actor o un artista por lo general obtiene su satisfacción del reconocimiento y del aplauso del público.
Sin embargo, en otros países, las personas en un restaurant no aplaudirán a quien toca un instrumento o canta, pero sí lo harán finalmente para darle una sutil despedida, como diciendo “ya es bastante por ahora, llévate tu música a otra parte”.
Por lo general, aquellas personas que se expresan ante el público de algún modo, suelen tener fuerte contenido de potenciales astrológicos leoninos, y necesitan de esta realimentación como aprobación de parte de su audiencia, y para ello nada más delicioso para ellos que escuchar un caluroso aplauso.
Los potenciales leoninos que posea cada uno ayudan a la manifestación exterior de la energía interior de la persona, pero como contrapartida dependen de la valoración de su entorno al que utilizarán como espejo para calificarse a sí mismos.
Algo similar ocurre con nuestra expresión afectiva. Cuando sentimos que es valorada, más nos moviliza a entregarla. Desde niños hemos aprendido que nuestras monerías provocan la sonrisa de mamá, y ésa suele ser nuestra mayor gratificación. Dado que mamá muestra estar contenta, esto significa que “me dará cariño y me dará de comer, por lo tanto no corre peligro mi supervivencia”.
Con los años, vamos aprendiendo que brindarnos trae consigo la sola satisfacción de hacerlo, sin necesidad de que “nuestro espejo” (los demás) nos refleje mayor o menor aprobación.
Entonces, similarmente, aprendemos a expresarnos en nuestro trabajo, poniendo la dedicación y la responsabilidad que merece y de esa forma, vamos reforzando nuestra seguridad, lo que nos lleva a dar lo mejor de nosotros mismos.
Lo mismo sucede con nuestra forma de amar, nos vamos volviendo más seguros en la entrega y menos dependientes del aplauso, porque también amar requiere consideración, dedicación y responsabilidad.
Hasta podríamos asimilar que cuando brindamos nuestro servicio, estamos también de alguna forma ofreciendo nuestro amor y a medida que lo hacemos mejor, también mejora nuestra capacidad de amar. Esta relación se vuelve inconsciente y observar cómo se presta a trabajar la persona puede revelarnos su capacidad de entrega en el amor hacia los demás.
Por ejemplo, en situaciones normales cuando existe amor valioso en la pareja, la voluntad de la esposa en brindarse en sus tareas domésticas debería ser equivalente a la preocupación de su esposo en que los ingresos sean suficientes como para que nadie en la familia deba pasar por situaciones de carencia.
Pero podríamos ir más allá todavía, en otro nivel más sutil. Cuanto más uno se ama a sí mismo, más buscará perfeccionarse y cuidarse, apuntando a la mejora personal; de modo equivalente, aquellos que buscan su calificación personal y dedicación a lograr ser mejores personas, a crecer, a comprender, a moderar su carácter, lo mismo que a tratar mejor a las personas de su entorno y a respetarlos, estarán demostrando mayor capacidad de amar, no sólo a sí mismos sino a sus semejantes.
Sin embargo, también hay personas que se encojen de hombros y manifiestan abiertamente “yo soy así” y con eso nos están indicando sin decirlo directamente: “me tomas o me dejas, no me quieras modificar”, o bien, ante un cuestionamiento, directamente expresan “yo soy así y no pienso cambiar”.
A cierta consultante que atendí en el consultorio una vez le expliqué que con su pareja (un amigo personal mío) era necesario, dado que disponían de poco tiempo para estar juntos, dispusiera de “tiempo de calidad”, es decir que no importaba si lograban estar juntos una hora o dos por día, pero que ese tiempo fuera plenamente para ellos dos y que durante esos momentos, se organizara durante el día para todo lo demás de forma de compartir a pleno ese tiempo entre ambos sin interferencias de otros temas.
La respuesta de ella, incluso delante de la otra persona, fue “yo no voy a cambiar”, a lo que yo callé, pero lo que al poco tiempo derivó en problemas en la pareja al grado que decidieron separarse siendo que ambos estaban calificados para mantener una buena relación puesto que había sentimientos involucrados y ambos eran buenas personas.
Esto puede leerse en otro nivel como: “no me interesa mejorar ni tampoco hacer nada para brindarte más allá de lo que te estoy dando; estoy conforme con lo que soy y si te basta, bien, y sino…”. Bien, esa persona le ha dicho claramente a quien sepa entender, que “esto es lo que hay”, lo que a su vez implica “no pretendas que haga algo más, ni por mí… ni por ti”.
Ellos tienen su derecho a manejarse con esos principios, pero claramente no esperemos ninguna clase de intención de mejoramiento personal, ni de actitud ni de trato, y tal como ellos lo expresan, así deberás tomarlos o dejarlos.
Es más notable en muchas mujeres el afán de operar como agente de cambio en la búsqueda de ayudar al ser querido a ser mejor cada día, a su refinamiento y a su cualificación; en cambio en el hombre suele observarse que se encuentra satisfecho con lo que hay, sin mayores pretensiones que las visibles.
Por lo general, ella observa los potenciales de él y quiere ver si logra ayudar a que haya un progreso en su persona; esto no es otra cosa que la inclinación natural de la hembra al mantenimiento y mejoramiento de la especie.
En cambio él solamente suele pretender que ella se cuide y se mantenga en condiciones de ser mostrada en público o que le siga resultando atractiva y deseable, y de ser posible que no le complique la vida con cambios que él considera innecesarios.
Es conocido el chiste sobre una pareja que se casa, en el que se dice que los desencuentros más tarde se producirán porque ella esperaba que con el tiempo él cambie y él espera que ella, con el tiempo, no cambie.
Pero ya sabemos que “los hombres son de Marte, y las mujeres son de Venus”, como muy acertadamente los define el psicólogo y autor John Gray, que evidencia para el ojo entrenado, también tener conocimientos de Astrología.
Los intereses de ambos géneros son distintos, pero en algo se comportan similarmente y es que no pueden evitar mostrar sus potenciales cuando trabajan. Las personas cuidadosas, higiénicas psíquicamente, y dedicadas cuando se ponen a trabajar, se comportarán del mismo modo en el momento de amar.
Muchas veces decimos que “Fulanito o Menganita ponen el corazón en lo que hacen” o bien, como suele decirse en Argentina: “se puso la camiseta” de la empresa en comparación con un jugador en un equipo de fútbol. Esto indica la predisposición del mencionado a colaborar con su entrega a la tarea.
Análogamente no esperemos que una persona que se muestra primitiva y mezquina en su trabajo, se vuelque a lo afectivo en forma dedicada y entregada.
Esta analogía en los comportamientos se comprende fácilmente cuando consideramos que las influencias del planeta Venus según su ubicación en la Carta Natal personal tanto en hombres como en mujeres, definirán sus gustos personales; del mismo modo, las influencias del planeta Marte que tenga ubicado cada cual en su Natal, definirán su manera de trabajar y paralelamente su manera de amar.
Podría afirmarse que básicamente existen 12 maneras distintas (12 Signos zodiacales) de comportamiento tanto en el trabajo como en el amor, pero si consideramos las posibles combinaciones y aspectos presentados respecto de otros planetas, el número de maneras puede volverse muy diverso, quedando para un Astrólogo experto la definición más precisa en cada caso.
De allí la importancia de conocerse a sí mismo y conocer a la otra persona con el fin de saber qué tipo de compatibilidad poseen ambos entre sí, y además, poder brindarle al otro lo que sabemos que le gusta y evitar aquello que tenemos en claro que no le gusta.
Astrológicamente, esto se realiza fácilmente mediante una comparación de Cartas Natales, llamada Sinastría; o más modernamente mediante lo que llamamos “análisis de la Carta Compuesta”, diagrama que obtenido a partir de ambas Cartas Natales de los interesados describe la relación entre dos personas, sean pareja, padres e hijos, empleado y empleador, etc.
Adicionalmente podemos afirmar que la comparación de Natales inclusive puede describir el posible futuro de un empleado en una empresa, el éxito o el progreso de una persona en cierto lugar o país, el desarrollo de un negocio en determinada región, etc. pudiendo aún predecirse las condiciones que se encontrarán antes de establecerse.
Volviendo al tema inicial, y fundamentando la relación, se observa que la manera en que una persona hace su entrega de energía en el trabajo, nos dará una clara indicación de cómo se comportará afectivamente, por lo que con muy poco margen de error se puede afirmar que así como trabajas, así es como amas.
El Sendero Del Ser. Bendiciones. Leo
Suscribiéndote al blog (sólo nombre y casilla de mail) recibirás de inmediato cada artículo que se postee en el mismo y así podrás decidir si te interesa y al clickear en el mismo te llevará directamente al blog para leerlo.
Si te ha resultado atractivo este artículo puedes compartirlo libremente en tus redes sociales citando la fuente de origen, o bien, compartir el enlace al blog: www.elsenderodelser.com a tus amigos y a quienes puedan interesarles los temas tratados.
www.elsenderodelser.com – www.profesorleo.com.ar – profesorleonqn@gmail.com