LA VELOCIDAD DEL KARMA
Hasta mis 17 años nunca había escuchado la palabra Karma, por lo tanto a esa edad cuando comencé mis estudios de Ciencias Ocultas, un mundo nuevo y fascinante se abrió ante mis ojos; sorpresa tras sorpresa, me fueron explicando cada fenómeno energético según la interpretación milenaria desde Atlántida, y a continuación, me invitaban a ponerlo en práctica y comprobarlo por mí mismo.
De esa manera me convencía y cada día era más grande mi asombro de ver que existía otro universo intangible más allá de lo que podía ver, oir y tocar. Un Universo donde todos los procesos tenían sus leyes, y se cumplían.
Ellos me enseñaron que la cuestión no se basaba en CREER, sino en SABER; la diferencia entre la creencia y el conocimiento: me explicaban que creer era solamente tomar como cierto algo que alguien había dicho o escrito, pero en cambio saber era vivirlo, experimentarlo, conocerlo de primera mano, probar qué sabor tenía por experiencia propia, hasta llegar a tomar la debida conciencia de que eso indiscutiblemente era así.
Con respecto al Karma, me enseñaron que había distintos tipos y niveles: Personal, Regional, Familiar, Grupal, Mundial. Por ejemplo, una acción que se ejecute siempre tiene una reacción, visible o no, y a eso se le llama Karma. No es sino otra versión cósmica de la terrena Tercera Ley de Newton, de acción y reacción.
Además, me explicaban que el Karma no es un castigo divino como la religión proclama, sino que tiene una importante función para el desarrollo del ser humano: aprender y evolucionar a través de ensayo y error. Entender que cada acción tiene su contraparte equivalente, cosa que luego en la Facultad de Ingeniería aprendí que coincidía con los conceptos de Física que debíamos estudiar.
Según Isaac Newton, no sólo la manzana caía hacia tierra sino que la Tierra también “subía” ligeramente hacia la manzana; se trata de una Ley de Atracción.
Además, en ciertas lecciones de misticismo dedicadas a este tema, me explicaron la diferencia entre varios tipos de Karma: el personal, que correspondía a la acción de una persona, el familiar o grupal, que se debía a la prolongación de los errores personales de cada integrante de la familia, etc.
Esto lo comprobé muchos años más tarde cuando a través de las Constelaciones Familiares pude ver con mis propios ojos cómo estamos condicionados por los errores de nuestros ancestros y cómo deberíamos liberarnos de sus efectos prolongados hasta el presente, los que representan obstáculos invisibles para nuestra vida actual.
En una ocasión, una mujer constelaba una cierta dificultad personal, para conocer su origen y neutralizarla, lo que en principio no se salía de lo normal que se plantea en las Constelaciones. La sorpresa fue que su “madre de la Constelación” no la reconocía como hija, por lo que se agregó a otra persona detrás de ella como abuela, quien resultó que tampoco las reconocía. Luego siguió la bisabuela, y tampoco dio resultado; la energía familiar estaba disuelta e irreconocible.
La facilitadora siguió agregando antepasados hasta que se armó una columna de 18 personas, una detrás de la otra. Por fin, la número 18 sintió reconocer a la 17, y luego la 17 a la 16, abrazándose cada vez en una emotiva sesión. Así se fueron sanando situaciones de desencuentros de cientos de años atrás hasta que por fin, llegó el turno a esta persona que se abrazó con su “madre energética” y pudo liberar su conflicto. Un trastorno sin resolver arrastrado por 18 generaciones…
Por si acaso me faltaba comprobarlo, esa tarde de la constelación pude comprobar asombrado cómo un desequilibrio producido 18 generaciones anteriores se prolongó hasta nuestros días, afectando a la descendiente familiar, pero lo dramático de aquel caso era que la vida de 18 generaciones familiares había tenido que sobrellevar esa carga, y hubiera seguido prolongándose a los descendientes de esta persona si ella no hubiera decidido constelar su problema.
Se trataba de una traba familiar, es decir, un conflicto sin resolver; ninguna de las 18 generaciones tuvo la intuición de remediarlo y así llegó hasta nuestros días. Esto se debe a que el desequilibrio familiar se prolonga a los hijos quienes agradecidos inconscientemente por los potenciales recibidos de sus padres, deciden hacerse cargo de los asuntos no resueltos por aquellos, hasta que no se corte la cadena energética de errores cuando algún descendiente logre resolverlo.
Mencioné que aún más allá del Karma personal y familiar, existe un Karma grupal, como país, o como continente. Por ejemplo, los japoneses tienen un Karma con respecto a la energía nuclear, pareciendo que siempre lo atómico les explota en la cara, y eso se ha debido a generaciones que han impuesto el poder y la manipulación sobre los súbditos reales.
Astrológicamente el poder y la manipulación corresponden a las influencias de Plutón, y la energía atómica al Plutonio. Una cultura tan antigua, pero que aún no han comprendido para su desgracia, y siguen hoy en día manipulando a las personas del mundo a través de su tecnología (y ni hablar del 5G que quieren imponer) sin hacer caso de las lecciones que les han dejado Hiroshima, Nagasaki, Fukushima, etc.
La manipulación y el poder plutonianos tiene su reacción, que es la destrucción. Plutón (Hades) era el dios griego de los infiernos que destruía los cuerpos de los muertos para recuperar la materia prima en la que encarnarían las almas que nacerían después.
Las inducciones de Plutón están afectando gravemente durante el año 2020 y 2021 a Argentina, ya lo he advertido en otros artículos, lo que traerá paralelamente muerte y destrucción; todas las estructuras obsoletas, políticas, sociales y económicas CAERÁN SIN DUDA ALGUNA durante estos dos años próximos.
Argentina dejará de ser y se transformará consecuentemente en otra cosa, así como sus habitantes. Inevitablemente, el poder mal gestionado traerá destrucción, tal como lo aprendieron por las malas Napoleón, Carlo Magno, Julio César, el Imperio Romano, el “invencible” Atila, etc. pero la estupidez humana a través de los siglos no logra entenderlo y hay todavía insignificantes seres humanos que se creen dioses e impunes sin saber que están cavando su propia fosa.
No puedo comprender en el caso de China y Japón, cómo filosofías tan antiguas y con tanta sabiduría no les han hecho entender que están comprándose todos los números de la rifa de la desaparición; tal como el virus está diezmando a China y destruyendo su economía, y se ha comprobado que todos los años Japón se hunde en el mar cierta cantidad de centímetros.
En el mar, justamente su fuente de alimento; por eso vienen a matar indiscriminadamente nuestras ballenas en el sur argentino, sin llegar a entender que ellos habrán de terminar siendo alimento de los peces, debido a los tsunamis y terremotos. Por otro lado, Japón basa su exportación en la economía china, la que está quedando reducida a cenizas. ¿Les ha llegado su momento karmático?
Japón hace gala de una gran inteligencia tecnológica y una espiritualidad ancestral, pero los hechos demuestran que su punto de vista como seres humanos llega hasta la punta de la nariz, y en blanco y negro como los perros. Una de las civilizaciones más antiguas del planeta no es capaz de comprender que van camino a su propia destrucción. ¿No han entendido todavía lo que es el Karma? ¿O acaso pensarán que es un “invento” occidental? ¿O será que se les perdió la hoja a ese respecto en sus libros sagrados? ¿O tal vez pensarán que ellos están a salvo de “estas pequeñeces”?
Por eso, el Karma no es otra cosa que un medio de evolución para que el ser humano aprenda a reconocer los efectos de su conducta cuando ésta es errada, y consecuentemente la corrija, simplemente eso. Una vez que se ha comprendido y se corrige, el Karma desaparece porque no tiene sentido continuar tomando examen a un alumno sobre el mismo tema una y otra vez, habiendo sido ya aprobado.
Pero los tiempos han cambiado; todo ha adquirido una velocidad vertiginosa, el día dura menos tiempo aún cuando mantiene sus pretendidas 24 horas que se han convertido en 16, la Tierra está modificando su rotación respecto del Sistema Solar, el verano tiene días fríos y el invierno, días cálidos. Creo que nadie puede negar, si se fija un poco, que hoy las cosas no suceden como antes.
Del mismo modo, la velocidad con que actúa el karma hoy es distinta porque los aprendizajes ya no se pueden postergar 18 generaciones como en el ejemplo citado de la Constelación.
Voy a dejar que el lector saque sus conclusiones con un episodio que voy a relatar a continuación, sencillo pero que tiene paralelismos con lo que he manifestado.
Hace pocos días, estando en mi acostumbrada temporada de sanación física y espiritual de fin de año en las Termas de Copahue, al disponerme a entrar a darme un baño de fangoterapia, vi a dos motociclistas, un hombre y una mujer en moto recorriendo el lugar. De inmediato reconocí las BMW y mi corazón se alegró al recordar a mi moto también BMW que por supuesto debió quedarse en casa, porque la villa de Copahue es demasiado pequeña y la moto demasiado grande, por lo que no hubiera tenido sentido llevarla en la motorhome.
Al acercarme a ellos con el fin de saludarlos, noté que el hombre se bajó de la moto y la dejó parada justo en la salida del estacionamiento y además, en el lugar reservado y pintado en amarillo para las ambulancias. En el complejo termal concurren muchas personas de edad y con problemas de salud que a veces se descompensan o se caen y se golpean, y deben ser trasladadas de inmediato a un centro asistencial, eso es muy normal debido a la edad avanzada promedio de los pacientes y a la fuerte influencia de aguas, barros y vapores. Otras veces se resbalan en las piletas y hay que llevarlas de urgencia a Caviahue, un lugar más poblado a 17 km de Copahue, para ser atendidas.
Entonces, guiado por la camaradería del grupo BMW y advirtiendo el error, me acerqué a la pareja con la mejor intención y luego de saludarlos, le expresé al hombre que en ese lugar su moto corría peligro de ser atropellada y además, que ese lugar estaba reservado para la entrada de ambulancias.
Lejos de responder con corrección, la mujer interrumpió diciendo:
“Venimos con el culo chato de viajar desde Buenos Aires y vos venís con semejante pavada”, a lo que reponiéndome de la sorpresa por la respuesta vulgar, un poco molesto le respondí:
“No tiene que ver si sos de B.A, o lo que sea, ese lugar está reservado para emergencias, está señalizado de amarillo y el reglamento de tránsito es nacional, deberías conocerlo”.
Entonces, la mujer me preguntó:
“Y vos… ¿De donde sos?”.
“De Neuquén” le respondí, inocentemente.
“Ah, bueno, de la zona de los petroleros brutos, ignorantes… gente de mierda” agregó el hombre, en abierta provocación. A eso le agregó algunos insultos menores, a los que no hice caso, pero agregué:
“Mirá, yo soy tan motoquero como vos, y de la familia BMW porque tengo una 1.200, y por lo tanto pertenecemos al mismo grupo; vos no estás comprendiendo lo que te digo: las demás personas nos miran porque estas motos son muy llamativas, y cuando un motoquero hace algo indebido, se refuerza el concepto popular de que TODOS los motoqueros somos personas indeseables. Lo que vos hacés mal también me perjudica a mí”.
Bueno, allí el hombre explotó en calificativos peyorativos, y la mujer dijo:
“Además… ¿Emergencias? ¿Cuántas emergencias pueden haber por día en este pueblito de m…? Dejate de joder, idiota!”.
Respirando profundo le respondí “No es problema de cuantas emergencias, uno nunca sabe cuando se puede producir una emergencia, y además es una infracción, el espacio señalizado debe respetarse”, y me alejé porque los insultos me estaban llenando de adrenalina y no quise reaccionar, ya que la situación estaba dando para otro tipo de “comunicación”.
Al día siguiente, esperando mi turno para una pileta de inmersión, un hombre mayor también esperando mencionó:
“Ayer andaban dos motos grandes recorriendo Copahue”, a lo que yo enseguida presté atención y le respondí:
“Sí, yo las vi, eran un hombre y una mujer”. Y entonces me quedé sorprendido porque el hombre continuó diciendo:
“En el camino de regreso a Caviahue (17 km de tierra y pedregullo) se pegaron un palo” a lo que pregunté, conociendo el camino en mal estado y lleno de piedras:
“¿Qué pasó? ¿Se cayeron?” y el hombre respondió:
“El tipo parece que en el camino de tierra tocó la moto de la mujer, y ella perdió el equilibrio, se cayó, rompió toda la moto y ella fue a parar entre las piedras; los tuvieron que llevar con la ambulancia a Caviahue” (el pueblito cercano a Copahue, pero con un centro de salud más apropiado).
Yo quedé callado y de pronto me sentí sumergido en un baño de humildad, al ver qué frágiles somos ante los imponderables de la vida. Inmediatamente recordé las palabras de ella, el día anterior:
“¿Cuántas emergencias pueden haber en este pueblito de m…?”
El Karma en acción inmediata, evidentemente. Pienso que ella también debe haber recordado la accidentada conversación; pero tal vez, en lugar de llamarse a reflexión, se haya llenado de odio hacia mí. No quiero saberlo, no es mi problema, sería muy sencillo hacer una tirada de Tarot y averiguarlo, pero quiero desentenderme del tema.
Esto es un ejemplo más de que se está acercando la hora predicha de “separar el trigo de la paja” y de que debemos disponernos a aprender velozmente y a decidirnos firmemente a aceptar y comprender mientras haya tiempo, porque todo se está acelerando, clara indicación de que se acerca la hora de la definición.
El Karma queda sin efecto en cuanto incorporamos la enseñanza y nos ponemos en marcha hacia practicar el cambio; por eso, la mejor manera de limpiar ese Karma es comprender y corregir de inmediato. Cuando el profesor comprueba que el alumno ya ha aprendido, no necesita seguir sometiéndolo a exámenes; por eso permanentemente conviene estar atento, vigilar a los demás para aprender de ellos pero aún más vigilarse a sí mismo, para corregir por las buenas antes de tener que hacerlo masticando tierra y piedras. De paso, aclaro que las piedras de la cordillera no son cantos rodados sino agudas y filosas, esto lo debe haber aprendido en carne propia la “señora” de la moto.
En aquellas ocasiones en que tocamos tierra accidentalmente, es el preciso momento en que debemos preguntarnos: “¿Qué hice mal?” porque no se trata de un castigo sino de la indicación del momento ideal para incorporar un aprendizaje. He tenido demasiados “aterrizajes forzosos” en mi vida como para desperdiciar todas las oportunidades que se me brindan hoy para entender y corregir.
Casualmente en los días previos a la discusión mencionada yo había estado profundizando mis conocimientos sobre Inteligencia Emocional (el control de las emociones) y más tarde comprendí que la vida me estaba poniendo a prueba ante semejante catarata de descalificaciones e insultos inesperados para ver si yo estaba ya siendo capaz de poner en práctica lo que estaba estudiando; lo comprendí después, cuando me puse a reflexionar sobre el asunto y me vi sorprendido por esa inesperada explosión de violencia verbal, y me alegré por haber decidido abandonar el lugar en vez de reaccionar ante los insultos.
También me pregunto si como Humanidad no nos habremos ganado el “premio” del Coronavirus, más allá de haber sido artificialmente fabricado en un laboratorio y sembrado ex-profeso por grupos plutonianos (mafiosos). Fue sembrado en China, país manipulador y poderoso, y en Italia, donde siempre reinó desde la antigüedad la manipulación Romana y en tiempos modernos, la mafia (inequívocamente manipuladora, plutoniana y mortal), y aún hoy, en el Vaticano, lleno de personajes manipuladores a través de la religión. Por algo el Papa Francisco ha suspendido todas sus audiencias, y por personas cercanas al Vaticano, se sabe que está enfermo.
Los virus están representados por Plutón ya que tienen todas sus características: actúan calladamente, corrompen desde adentro, llevan a la muerte, se presentan sin aviso y muy poco es lo que se puede hacer contra ellos.
El Karma puede quedar en suspenso hasta la siguiente vida o probablemente desencadenarse de inmediato, no podemos saberlo anticipadamente; sólo, para nuestro bien, podemos intentar aprender a la mayor velocidad, si fuera posible, más inmediata que la velocidad del Karma.
El Sendero Del Ser. Bendiciones. Leo
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