LA ESENCIA DE LA MUJER CAMBIARÁ AL MUNDO
Desde siempre se ha considerado la falsa premisa de que la mujer es más débil que el hombre. Tal vez esto pueda resultar cierto si es que hay que descargar un camión con bolsas de cemento, pero no en otros ámbitos. Han habido muchas mujeres que han cambiado la historia de la humanidad, desde el mito de Eva en el Paraíso, hasta María, la madre de Jesús, y así seguimos contando, hasta nuestros días.
No todas, pero en general la mujer tiene cierto sentido del pudor y de la dignidad que normalmente al hombre no le resulta importante. Es muchísimo más fácil corromper a un hombre que a una mujer (quien dude de esto, que se interiorize de la política, para dar un ejemplo), y las razones son sencillas de comprender; el hombre se siente mejor con obtener algo más que lo distancie de otros hombres, dinero, poder, fama, privilegios.
En cambio, la mujer, no digo que no haya mujeres corruptas, porque tenemos ejemplos internacionales, ante tales requerimientos se siente sucia. Suele ser más fácil lograr que un hombre haga algo por conveniencia que por convicción, siendo que la mujer actúa más frecuentemente por convicción que por conveniencia material.
El hombre, debido a las “leyes” de nuestra cultura, es enseñado desde chico que “son hombres” sólo aquellos que no lloran, que llegan a puestos de mando, que imponen respeto con su presencia, que deben ser poderosos físicamente, que “la tienen más larga”, que deben ser “picaflores” utilizando a la mujer desde el punto de vista de sus satisfacciones sexuales, sin importarle el valor de la persona que haya dentro de su piel, etc.
El hombre, culturalmente, mejor dicho, debido a una cultura desprovista de cultura, debe ser “el macho”. No se le permite ser sensible, no puede derramar una lágrima, aunque sea de impotencia o desesperación, no puede darse el lujo de mostrar su verdad, debe ocultar sus sentimientos, y tampoco puede tener un rendimiento menor en cualquier tema porque será objeto de la burla de los otros “hombres”, que así, se sienten más hombres. Hombres patéticos, en realidad, porque cuando se les exige de verdad, muestran ser de cartón pintado.
La “cultura” del machismo desde siempre ha obligado al hombre a ser “el fuerte”, haciendo que muchos hombres que no tienen capacidad de ser fuertes en los sentidos en que se los obliga, tiendan injustamente a sentirse desmerecidos y a menoscabarse a sí mismos. Recuerdo que cuando era adolescente mis compañeros de secundaria me ofrecían fumar, diciéndome: “Tomá, hacete hombre”. Puede entonces que jamás yo haya llegado a hacerme hombre, porque nunca fumé. Al contrario, tampoco me vi inclinado al alcohol, debe ser porque soy poco hombre. Tampoco he faltado el respeto a una verdadera mujer, pero sí he debido poner en su lugar a las que yo denomino “guanacas”, aquellas que no se respetan ni a sí mismas.
En fin, he crecido como hombre dentro de una sub-cultura machista a la que nunca me vi integrado ni me sentí cómodo en ella. En contraste, siempre he observado que una mujer que se precie de serlo posee muchos rasgos que muy pocos hombres se han dado el lujo de cultivar. En otros sentidos, si bien he notado que la mujer en general no muestra naturalmente inclinación hacia la Física, sí suele poseer excelentes potenciales para la Matemática, las que yo envidio, por cierto. La mayoría de las profesiones en las que interviene la Física, son asumidas por varones mientras que, para las mujeres, la Matemática parece tener una lógica particular más afín a ellas.
Hay mucho mito en esta cuestión; la mayoría de los hombres consideran por ejemplo que “las mujeres no saben manejar”, pero sin embargo he presenciado personalmente que hay algunas mujeres que de tener que ser calificadas, manejan mejor, con mayor precisión y siguiendo los reglamentos que muchos hombres no siguen, porque ser tan puntilloso “no es cosa de hombres”; no siempre, y no todos son iguales, pero por lo general el hombre tiende a pasar un semáforo en amarillo para rojo y se siente un héroe por haberlo hecho y no tener que esperar. Una mujer, por lo general, tiene más respeto por las reglamentaciones.
Y allí nos vamos arrimando al meollo de la cuestión: la mujer tiende a respetar más las disciplinas. En cambio, el hombre se siente como dominado o poco valiente si en algún momento no evade las reglas de esa disciplina. La disciplina es una de las claves del éxito, pero la mayoría de los argentinos tenemos la tendencia a que, si no la rompemos, no somos “vivos”.
En cambio, la mujer no se siente elevada por eso, al contrario. Tiene mayor aceptación de las normas y no es tan proclive a romperlas. Esto es, en general; porque sin embargo hay mujeres que, yo siendo hombre, me dan asco, tales como las “feministas” que chillan en las manifestaciones pro-aborto, pintadas de verde, con los pechos al aire y defecando en las entradas de las iglesias, aunque yo no sea religioso ni practicante.
En el sentido errado, hay muchas mujeres que hoy consideran que el hombre es machista y entonces hay que demostrarle que “nosotras somos mejores porque somos más machistas que ellos”, dejando de lado ciertas sutilezas en las cuales la mujer es irreemplazable. Hay una tendencia equivocada para mi gusto, en que la mujer intenta competir con el hombre en su propio terreno, es decir, buscando ser “más hombre que el hombre”, sin comprender que la gracia de la mujer es ser distinta del hombre, que los que nos sentimos hombres admiramos la esencia de esas mujeres que no han abandonado sus características femeninas, aquellas que siempre nos resultaron tan atrayentes.
La mujer no debería competir con el hombre, porque se rebaja al hacerlo; además, el papel de la mujer es complementar, su esencia es distinta, y en algunos aspectos, mejor.
Por ejemplo, conozco pocos padres que han tenido que hacerse cargo de sus hijos, pero sí muchas mujeres que lo han hecho muy naturalmente. De esos padres, algunos se han visto tan complicados que han llegado a la desesperación, pero las mujeres lo han tomado como normal a su sentido de madre y lo han aceptado sin chistar. Ninguna piensa que haya que hacerle un monumento porque tuvo que hacerlo, pero sí he presenciado el caso de hombres desesperados porque no saben qué hacer en tales casos.
Soy nieto de una de esas mujeres, que tuvo que criar sola a sus hijos, en las viejas épocas, contra un mundo verdaderamente machista y hostil, y lo hizo sin chistar ni pedir subsidios. Si bien, dormía con un .38 bajo la almohada, por si necesitaba poner orden ante algun acoso masculino.
Yo mismo, soy un padre que he tenido que hacerme cargo de mis hijos en su momento y eso no me ha disminuído, ni atormentado, ni desesperado, sino que por el contrario me ha hecho sentir elegido por la bendición y el privilegio de poder aprender a ser padre y madre al mismo tiempo. Aunque reconozco que es probable que no haya podido reemplazar la presencia de sus madres, porque la energía femenina es muy importante que sea adquirida por el niño/niña, me resisto a decir “niñe”, 🙂 ya que determinará su estabilidad emocional y afectiva, cuando alcance su adultez.
Todos en nuestras Cartas Natales, tenemos la presencia de un Sol (la masculinidad) y una Luna (la feminidad). Todos tenemos la presencia de un planeta Marte (la acción, el impulso masculino) y de un planeta Venus (la afectivividad, la sensibilidad femenina), de manera que debe contemplarse un cierto equilibrio entre estas energías porque de otro modo, observaremos a un hombre con tendencias femeninas o a una mujer con tendencias masculinas, que nada tienen de anormal, según la Astrología, pero que pueden ser rápidamente identificados, señalados y hasta condenados.
Es más, en mis casi 30 años de astrólogo nunca pude (porque no se puede) a partir de una Carta Natal cualquiera, determinar si correspondía a una mujer o a un hombre. Esto nos dice que las diferencias son solamente culturales: para las niñas, rosa, para los niños, celeste.
Si hay algo que es inconmensurable, además de las dimensiones del Infinito, es la estupidez del Ser Humano (lo dijo Einstein). Es asombrosa la aceptación que tiene respecto de los mandatos externos, las definiciones tradicionales, las creencias impuestas, las “leyes” no escritas adoptadas sin discusión; esto, en ambos sexos por igual, porque son adiestrados como cachorritos por sus padres, por los padres de sus padres, por sus maestros, por la familia, los amigos, la televisión, el entorno, el maldito sistema porque así le conviene.
Pero volvamos a la mujer. No son pocos los alumnos (de las clases de oficio que dicto) que fueron motivados por una mujer, ya sea su madre, su esposa, su compañera, su novia. Es fácil de comprender: el hombre promedio va a trabajar, cobra su sueldo, sea suficiente o no lo sea, y simplemente va a entregarlo a su mujer dejando que ella se arregle con eso de forma de que haya un plato de comida sobre la mesa a la hora de comer; raramente se pregunta si con eso alcanza o no, eso es problema de su mujer (tal así lo he escuchado decir, textual).
De esa forma, el “macho” se desentiende y valientemente le deja la responsabilidad a la mujer de llegar a fin de mes con ese importe, por lo que es ella la que sabe que se hace necesario un mayor aporte, dado que él no conoce lo que vale una docena de huevos, aunque sí conoce el precio de esa Ferrari que nunca jamás podrá comprar, el pobre peregil.
La mujer tiene entonces, necesariamente, que desarrollar un grado de conciencia que va más allá de lo que es pertinente al hombre, dado que es ella la que enfrenta la situación económica, la realidad de la calle, la del supermercado, la responsabilidad de que sus hijos y su marido tengan el consabido plato de comida, a como sea, a la hora de comer. Es ella la que tiene que hacer milagros, para que la economía del hogar funcione, porque él está embobado con esa Ferrari que nunca podrá conducir. Creo que si el mundo fuera manejado sólo por hombres, ya no existiría nuestra civilización.
Y eso es lo que a ella la vuelve más conciente de la realidad, y muchas veces son las que llaman por teléfono para averiguar si pueden conseguir que su marido, o su hijo, se haga de un oficio que le permita en un mañana tener mejores ingresos. Son ellas, las mujeres, las que miran el presente y el futuro; no escucho a muchos hombres preocuparse por sus hijos del mismo modo. Al menos, son pocos los que miran por el futuro intelectual de sus hijos; tal vez lo hacen desde el punto de vista de lo que les dejarán cuando se mueran, sin la conciencia de que la supervivencia pasa por otro lado. La preocupación del hombre pasa por “tener”, la de la mujer, por “mantener”. Normalmente, la mujer necesita seguridad, en cambio el hombre dejará los problemas de mañana para pasado mañana.
Desde otro punto de vista, se están mostrando ellas, en estos momentos tan difíciles, las que tienen el valor “masculino” de hacerle frente a las injusticias y a las conductas impropias o corruptas. Cuando una mujer toma una decisión de enfrentarse, muy difícilmente pueda ser disuadida o comprada. Se ve en estos días, en que estamos definiendo qué clase de mundo vamos a tener, y si vamos a poder seguir viviendo o no.
Yo, tras muchos años de interpretar la naturaleza humana, sé que es prudente poner más atención en el reclamo de una mujer que en el de un hombre. El hombre casi siempre negocia, es más fácil de conformar, de corromper, de desactivar, de convencer. De allí la importancia de tantas mujeres conscientes, despiertas, que hoy están interesadas en formarse una opinión cierta de lo que pasa en el mundo, y que deciden participar en ello; eso lo veo en los comentarios del FB, en los mismos comentarios de mi blog, en lo que escucho en la calle, en lo que veo en Internet, en lo que surge del consultorio.
Parece que hoy son ellas las que deciden tomar las banderas, sin miedos, sin pruritos, sin indecisiones; lo hacen por el convencimiento de que así debe ser. Ellas, por lo general, son las que mejor saben lo que quieren y pueden decidir claramente sobre lo que es justo y lo que no lo es. En mi adolescencia no era así; recuerdo la canción que cantaba Tom Jones: “It´s a men´s world” (Es un mundo de hombres) que me inspiraba a reflexionar sobre este tema.
Pero por fortuna, hoy no son pocas las mujeres que asumen riesgos y responsabilidades, sobre todo se nota claramente en civilizaciones más adelantadas como la estadounidense y la europea. Basta con navegar por Internet para ver la cantidad de juezas, abogadas, médicas, políticas, periodistas, youtubers mujeres, que están tomando posiciones muchas veces peligrosas, poniéndole el pecho a las balas y reclamando por la verdad. En las malas, muchos hombres se deprimen; sus mujeres, en cambio, salen a buscar trabajo. Lo he visto muchas veces.
Porque en lo que estamos viviendo, se trata de la lucha final contra la Oscuridad, que sabemos que no se rendirá, y que, por lo tanto, no deja otra opción que ser enfrentada con la verdad, y de ser posible ejecutada, eliminada de raíz, no vale encerrarla porque no tiene recuperación. Porque lo que es Oscuro, oscuro siempre será y morirá siendo oscuro, ya que no conoce otra manera de ser, puesto que se trata de seres irrecuperables.
El Oscuro no comprende que existe otro camino, porque no cuenta con los valores morales para asimilarlo; las malezas deben ser arrancadas de raíz, cualquier jardinero o campesino lo sabe. Los pedófilos, los violadores, los criminales que asesinan niños haciéndolos sufrir al máximo antes de morir a fin de obtener el Adrenocromo, toda esta clase de entes no tienen ya lugar en el mundo de futuro que queremos, porque seguirán siendo lo que son hasta que decidan desencarnar. Por eso hay que ayudarlos, a que termine su calvario lo antes posible.
Por lo tanto, mi admiración y mi respeto a todas esas mujeres despiertas, que muchas veces sufren porque no pueden despertar a sus hombres, y están preocupadas por ello. Sé lo que estoy diciendo, aunque a muchos les pueda sonar soberbio, como a veces me lo manifiestan, pero casualmente los que protestan por eso no suelen ser mujeres, sino hombres; por supuesto, hombres mediocres.
Hombres que nacieron para ser corderos y no comprenden ni quieren aceptar que muchas mujeres los aventajan, hombres que todavía no despertaron a la realidad, y que les molesta que sus mujeres “anden en esas boludeces” (textual).
Por ejemplo, de cada 10 consultas que tengo, 9 son mujeres. Esto indica el abrumador porcentaje femenino que necesita asesorarse o que buscan que se les oriente hacia clarificar la situación, porque quieren enfrentarla y resolverla, frente a los dormidos que prefieren ver el partido del domingo, y patear el problema para adelante.
Eso muestra que la mujer está ganando terreno en cuanto a animarse a descubrir lo que realmente pasa y a buscar soluciones para enderezarlo; también muestra su voluntad de encontrar respuestas frente a la comodidad de permanecer en la zona de confort. Imaginen lo que pasaría si la mujer delegara en el hombre la resolución de los problemas domésticos y familiares.
Por todo esto concluyo que serán mujeres las que conducirán los cambios futuros porque muchas tienen suficiente fibra, espíritu y percepción de la energía del momento, y que seguramente serán las que mejor se adapten y sufran menos, frente a la posición del hombre, que al parecer, en su mayoría, prefiere resignarse y esconder la cabeza bajo la arena con el pretexto de que está ocupado. Conozco varios casos.
La mujer percibe, porque tiene la suficiente sensibilidad de recibir la Nueva Energía que nos baña; la sociedad ha hecho del “macho” una cosa primitiva, una máquina de “triunfar” según los falsos parámetros que le convienen al establishment, ese mismo que está ahora cayendo en pleno tirabuzón.
Confío en que esa energía femenina sea capaz de recepcionar los nuevos parámetros inducidos y ayude a la Humanidad a encaminarse en las nuevas normas de vida, más que en la voluntad promedio del hombre, y por eso estoy convencido que la que le dará la nueva forma a la vida futura será la mujer, porque es ella la que tiene consciencia de poder dar vida y porque tiene mayor capacidad de interpretación de los influjos sutiles que nos auspician; por eso me animo a expresar, que es la esencia de la mujer la que cambiará al mundo.
El Sendero Del Ser. Bendiciones. Leo
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