Todos podemos amar; lo realmente difícil es aprender a amar en equilibrio, porque el amor es
esencialmente unión, en equilibrio.

Con los años y la experiencia, uno suele dejar de soñar con la persona perfecta;
y además entonces, puede que llegue a comprender, que no era tan perfecta para uno, lo que en ese momento uno soñaba como persona perfecta.

La juventud de una persona, y su capacidad de amar, la podrás adivinar en la luz de su mirada.

Tal vez, si me corrigieras con amor cuando me equivoco, yo al final lograría amarte más; porque cuando estoy desorientado, es cuando más necesito de tu amor.

Perder un amor generalmente causa dolor y frustración, y una crisis en la que uno debe preguntarse qué tiene que aprender de ello, lo que con el tiempo debería ir transformándose en aceptación, comprensión y mejora personal. Recién entonces, uno volverá a sentirse en condiciones de abrir su corazón, y sólo así estará listo para amar de verdad nuevamente.

Sufrir por un amor que se ha perdido es adorar la imagen de un pasado; es difícil desprenderse de esa imagen, pero cuidado, porque es la misma que a veces se impone tan efectivamente, que consigue postergar la llegada de un nuevo amor.

Cada amor que va pasando por la vida de uno es distinto, y es acorde y perfecto a su momento, porque trae un nuevo aprendizaje en el preciso instante en que uno está preparado para aprender; ésa es la función del amor.